El mítico Gran Premio de Mónaco volvió a estar en el ojo del huracán luego de una carrera con poquísimos adelantamientos y casi nada de acción en pista, pese a que se implementó una norma que obligaba a los pilotos a entrar dos veces a boxes. Lando Norris se alzó con la victoria en Montecarlo con una actuación controlada desde el principio hasta el final, mientras que pilotos de la talla de Max Verstappen o George Russell se vieron estancados en una fila de autos sin chances reales de avanzar. Ante este panorama, los capos de los equipos han solicitado que el circuito se “ponga al día” y estudie cambios en su diseño.
Los mandamases de las escuderías coincidieron en que el quid de la cuestión no está en las estrategias, sino en la imposibilidad de adelantar debido a las dimensiones actuales de los bólidos y al trazado urbano, que es muy angosto. Ni siquiera la ausencia de un coche de seguridad o una bandera roja, que suelen darle un vuelco a este tipo de carreras, logró alterar el orden. Hasta los intentos de generar espacios para las paradas resultaron en maniobras lentas y poco competitivas, generando frustración tanto en los pilotos como en los espectadores.
Una reforma que ya no da más espera
Christian Horner, jefe del equipo Red Bull, fue uno de los primeros en manifestar que el problema es de base: “El trazado no facilita los adelantamientos. Los autos son muy grandes y la pista muy estrecha”, señaló, añadiendo que, aunque Mónaco es un circuito con historia, necesita una zona donde se pueda intentar una maniobra de adelantamiento en serio. El director de McLaren, Andrea Stella, reforzó esta idea y aseguró que “el principal escollo sigue siendo la imposibilidad de adelantar”, y que modificar la estrategia de boxes no soluciona el problema de raíz.
A pesar de que el Automóvil Club de Mónaco sostiene que cambiar el trazado es prácticamente imposible, la opinión común entre los equipos ha ido ganando terreno. Toto Wolff, de Mercedes, incluso propuso debatir con los organizadores nuevas reglas o alternativas, como imponer un tiempo mínimo por vuelta para evitar las tácticas de ralentización intencionada. Mientras tanto, pilotos como Norris alertaron sobre el riesgo de que la suerte sea la que defina las carreras en Montecarlo, y no el talento o la estrategia de verdad. La presión para que Mónaco evolucione, por primera vez en décadas, parece que está cobrando fuerza.