El Congreso anual de la FIFA, realizado esta vez en Asunción, estuvo marcado por una profunda grieta institucional: la UEFA acusó al presidente del ente rector del fútbol mundial, Gianni Infantino, de anteponer intereses políticos personales a sus deberes profesionales. La tensión escaló luego de que el dirigente llegara con tres horas de retraso tras acompañar al expresidente estadounidense Donald Trump en una gira por Qatar y Arabia Saudí, lo que motivó una reprogramación de último momento del evento.
La alteración del programa provocó la retirada de varios delegados europeos como acto de protesta, incluidos el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, y la presidenta de la Asociación de Fútbol de Inglaterra, Debbie Hewitt. La UEFA calificó el ajuste de horarios como “profundamente lamentable” y criticó que se afectara un evento clave para el fútbol mundial por decisiones tomadas “aparentemente para atender intereses políticos privados”.
Una grieta que refleja tensiones de larga data
En una declaración inusualmente crítica, la UEFA recordó que el Congreso de la FIFA es una instancia central para debatir el futuro del fútbol global y que la decisión de alterar su cronograma afectó la labor de los anfitriones —la Federación Paraguaya de Fútbol y la Conmebol— y el respeto institucional. «Todos estamos al servicio del fútbol», señaló el organismo europeo, justificando así la retirada anticipada de sus representantes como una forma de defender los principios del deporte por encima de agendas personales.
Las críticas a Infantino no son nuevas, pero el episodio en Paraguay ha expuesto las tensiones acumuladas entre la FIFA y sus miembros europeos. Desde el Mundial de Qatar 2022, pasando por la creciente influencia de Arabia Saudí en el calendario internacional, hasta el manejo de los derechos humanos, varias federaciones han manifestado su descontento. Lise Klaveness, presidenta de la Federación Noruega, reforzó esta postura al calificar la ausencia de Infantino como “preocupante” y pidió una explicación pública por parte de la FIFA. Para la UEFA, la gobernanza del fútbol global necesita ser repensada si se quiere evitar una fractura aún mayor.