El fútbol, el deporte más popular del mundo, se está enfrentado últimamente a una serie de decisiones que reflejan una crisis moral y ética fuera del terreno de juego, en el que la seguridad está en juego. Este mes, los ayuntamientos de San Sebastián (España) y Ámsterdam (Holanda) han tomado medidas polémicas, pidiendo (sin suerte) la prohibición de la llegada de aficionados visitantes del Ajax y la Lazio, respectivamente, para sus encuentros de la Europa League. Estas decisiones, lejos de pasar desapercibidas, han encendido un debate sobre el rumbo del fútbol europeo y la postura de la UEFA ya no frente a estas restricciones, sino el porqué de estas decisiones gubernamentales.
El Ayuntamiento de San Sebastián solicitó evitar la llegada de aficionados del Ajax para el partido de este jueves, alegando preocupaciones de seguridad tras episodios de violencia protagonizados por hinchas del equipo neerlandés en otros encuentros recientes. Al final viajaron unos 2.000 aficionados protagonizando una carga policial menor. De manera similar, Ámsterdam desea adoptar una postura contundente al rechazar la visita de los seguidores de la Lazio para el partido del 12 de diciembre argumentando que sus ultras están sido asociados con comportamientos conflictivos y actos violentos relacionados con la ultra derecha.
Estas restricciones reflejan un creciente temor de las autoridades locales ante la posibilidad de disturbios que puedan afectar la seguridad de los residentes y el orden público en sus ciudades. Sin embargo, esta decisión también plantea preguntas incómodas sobre hacia dónde está yendo la fiesta del fútbol que debería celebrarse en las gradas y si se puede considerar hoy en día el fútbol europeo un evento inclusivo y global.
LA POSTURA DE LA UEFA
La UEFA, el máximo organismo rector del fútbol europeo, ha defendido históricamente el derecho de los aficionados a viajar y apoyar a sus equipos. En numerosas ocasiones, ha subrayado que el fútbol debe ser un vehículo de unión y no un pretexto para la exclusión o el conflicto. Sin embargo, estas decisiones locales ponen a la UEFA en una posición difícil ante las evidentes preocupaciones de las ciudades por las medidas de seguridad que deben tomar.
Por un lado, la UEFA respeta la soberanía de las autoridades locales y sus decisiones sobre seguridad pública. Por otro lado, de momento, hay una falta de respuesta contundente para tratar de erradicar estos temores. Y es que el caso del Ajax y la Lazio no es un incidente aislado. Cada vez más ciudades europeas han optado por limitar la entrada de aficionados visitantes en partidos de alto riesgo. Ello conlleva a una pregunta fundamental: ¿es el fútbol aún un espacio para todos?
EDUCACIÓN Y ACCIONES
En lugar de prohibir la llegada de aficionados, parece que lo más coherente parece tomar medidas más que combinen prevención y educación, con campañas para promover comportamientos responsables entre los seguidores y que partan de los propios clubes de fútbol. UEFA y las federaciones nacionales deben liderar un diálogo activo con los clubes y las autoridades para encontrar soluciones que no impliquen la exclusión, sino la integración de los aficionados en un marco seguro y respetuoso.
UEFA tiene la oportunidad de tomar un papel proactivo, defendiendo tanto la seguridad como el derecho de los aficionados a vivir el fútbol como una experiencia completa. UEFA debe preservar el deporte y que no sea utilizado como un instrumento para comportamientos que nada tienen que ver con el fútbol.