El límite que París 2024 rozó en su ceremonia inaugural
Víctor García
julio 27, 2024

La apuesta por el río Sena como un escenario natural para la apertura de los Juegos Olímpicos por si sola era una propuesta revolucionaria, que trastocaba la filosofía de más de un siglo, donde los puristas miraban con escepticismo y, entre pasillos comentaban de esta locura de un nuevo olimpismo. Nadie puede desconocer que los franceses se atreven, son irreverentes, rupturistas por esencia, pero a la vez, son envolventes, mágicos y seductores en la puesta en escena de un gran guion.

El guion de la inauguración privilegió a París, puso todo y más para transmitir su gran tradición cultural, potenció los atributos naturales que tiene, vendió inteligentemente al exterior una Francia que da seguridad, que es capaz de sobreponerse rápidamente a las situaciones límites o extremas, entre ellas el “sabotaje” el mismo día de la inauguración a las líneas de trenes que dejó varado a casi a un millón de pasajeros.

Las alarmas se encendieron de inmediato y hubo gran preocupación por parte del Comité Olímpico Internacional, porque aparecía el fantasma de los actos terroristas, a lo cual tuvo que salir al paso el presidente Macron para llamar a la tranquilidad y que todo estaba bajo control por parte de la policía francesa y los países que están colaborando directamente en la seguridad de los juegos. No cabe dudas que todas estas cargas emocionales, más lo polarizado que está el país, los obligaban a sacarle lustre a sus juegos olímpicos, no había otra posibilidad, quizás esperar otros cien años más, teniendo presente que la última edición fue en el año 1924, por lo tanto, era ahora o nunca.

Y, DE REPENTE, ZIDANE

Vamos a la ceremonia en sí. Tuvo un arranque de película, con Zinedine Zidane como actor principal en la primera parte del reparto, anduvo bien, hizo lo suyo sin brillar, luego entramos en un verdadero show de televisión, con artistas de renombre mundial y que nadie puede desconocer de sus talentos y popularidad en el mercado musical, pero sin ser irreverente con el público estando in situ, ahí mismo, bajo la lluvia parisina. Quedé una vez más con la sensación que fue un escenario para la televisión, no así para quienes llegaron a la cita de los cinco anillos.

El espectáculo se convirtió en breves recitales, con una pausa para mostrar el desfile de los “atletas olímpicos”. Nunca lograron conectarse los atletas con el público, porque esa emoción que transmite el desfile de todas las delegaciones en forma de abecedario te da esa identidad donde esperas que llegue el país que te representa y sientes orgullo de esa camiseta y de sus portadores, los abanderados.

Uno asume que los tiempos demasiado largos en la TV provocan una fuga de telespectadores, por lo tanto, si tienes que sacrificar a alguien, definitivamente serán los deportistas porque ellos no son esenciales para los organizadores, son importantes para las competencias. Prueba de ello es que los atletas olímpicos tuvieron que esperar pacientemente en las barcazas para su desfile por cerca de tres horas, tiempo demasiado alto, considerando que el tiempo de pasada para la transmisión oficial no excede los 30 a 45 segundos. El recorrido duró aproximadamente para cada barcaza 40 a 45 minutos de recorrido a 9 nudos promedio. Me pregunto: ¿El COI tiene algo qué decir sobre la Ceremonia Inaugural? La respuesta es sí, están informados, pero la decisión final la tiene siempre el Comité Organizador Local, salvo que algún contenido atente contra los valores olímpicos.

Me quiero quedar con algunos hitos de la Ceremonia Inaugural. La majestuosidad del río Sena, por ejemplo, donde hubo que intervenir durante varios meses de trabajo con una producción que requiere una logística de alto nivel. Uno podrá no estar de acuerdo en el guion o la interpretación misma del guion, pero se valora esa puesta en escena.

Capitulo aparte, como si fuera de otra película, con otros actores, con un público que desafió la lluvia y muchos se quedaron estoicamente soportando las inclemencias del tiempo, fue el encendido del imponente pebetero, sí, esa misma Antorcha que salió desde Atenas y recorrió las principales ciudades de Francia con los Relevos, fieles guardianes de sus triunfos y fracasos, fue la que encendió la llama de la esperanza, del juego limpio, de creer en sus potencialidades, de salir a conquistar el mundo por pequeño o grande que sea. El pebetero está surcando el cielo parisino, es la llama indeleble que está encendida en los corazones de los 10.500 atletas olímpicos y de millones de personas que los siguen y admiran por el mundo entero.

GRACIAS, RAFA

La Ceremonia Inaugural dejó altos y bajos y, curiosamente, una vez más los atletas salvan una ceremonia inaugural. Hoy les tocó el turno a Zidane y un jugador de la casa, de Roland Garros, para muchos el mejor en tierra batida, con un corazón gigante y un tenis deslumbrante, viene por más, quiere irse de París colgando una medalla, quiere inmortalizar su nombre y pasar a la historia como el mejor dentro y fuera de la cancha. Gracias Rafael Nadal por sumarte a los Juegos Olímpicos de París y sacarlo del punto de quiebre. Y pensar que estos mismos atletas son los verdaderos protagonistas de los juegos, sin ellos no hay olimpiadas cada cuatro años. Por lo mismo, los invito a respetarlos, a valorarlos, a reconocer sus talentos y que sean considerados como verdaderos embajadores, no sólo cuando los necesito, sino cuando todos nos necesitamos, sólo así el mundo del deporte será una verdadera contribución a la sociedad en general.

Al cierre de esta editorial, vaya un tributo muy especial a los más de 500.000 mil espectadores que llegaron a las inmediaciones o al borde del río Sena, a quienes llegaron a sus casas en la madrugada porque no sintieron fatiga después de estar largas horas esperando y una ceremonia que se extendió por casi cuatro horas. Hubo gente que llegó a las 9 am para hacer fila e ingresar pasada las 3 pm, literalmente, estuvieron más de 15 horas fuera de casa para acompañar y celebrar a los atletas olímpicos del mundo aquí en París.

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