Los atletas de karate siguen estupefactos por su exclusión de los Juegos Olímpicos
Farzad Youshanlou
agosto 8, 2024

La reciente exclusión del karate de los Juegos Olímpicos de París 2024 y Los Ángeles 2028 ha dejado atónitos a atletas y entusiastas de este deporte. A pesar de haber sido incluido como uno de los cinco deportes adicionales en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020—tras una propuesta del comité organizador—el karate fue retirado de los Juegos de Verano de París antes de que se celebraran los Juegos de Tokio, que fueron aplazados debido a la pandemia de COVID-19. La posterior decisión del comité organizador de Los Ángeles de excluir también al karate no ha hecho más que aumentar la decepción.

Esta exclusión resulta particularmente desalentadora para quienes aprecian el alcance global y la belleza inherente del karate. A pesar de su popularidad mundial, el deporte no ha logrado el reconocimiento que merece. Bajo la dirección de Antonio Espinós desde 1998, la Federación Mundial de Karate (WKF) ha enfrentado críticas por su falta de responsabilidad y por no haber creado un entorno propicio para un liderazgo eficaz. La estructura de poder de la WKF ha garantizado que las posiciones presidenciales tanto a nivel global como continental permanezcan sin competencia, sin que se celebren elecciones competitivas. Esta falta de competencia ha obstaculizado el crecimiento y desarrollo del deporte.

 

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El PRESIDENTE DEBE ASUMIR SU RESPONSABILIDAD

Espinós, quien también es presidente de la Federación Europea de Karate, ha estado en el centro de estas controversias. La exclusión del karate de los Juegos Olímpicos de París y Los Ángeles genera preocupaciones de que el deporte también pueda perder su lugar en las competiciones continentales. Además, conflictos internos, como la disolución de federaciones nacionales y el reconocimiento de otros grupos basados únicamente en su alineación con las políticas de Espinós, han afectado negativamente la motivación de los practicantes y entrenadores de karate.

Un examen de los estatutos de la WKF revela una historia preocupante de políticas agresivas tras su reconocimiento por el COI, inicialmente apoyadas por Juan Antonio Samaranch. Los artículos 21.9 y sus posteriores expansiones en los artículos 6.3 y 8.2 crearon una división significativa entre el karate olímpico y el no olímpico, dificultando los esfuerzos de unificación durante años. Aunque estas disposiciones fueron eliminadas de los estatutos de la WKF hace aproximadamente un año, el daño ya estaba hecho. Muchas generaciones de practicantes de karate vieron sus sueños olímpicos frustrados, lo que los llevó a abandonar el deporte.

En respuesta a su exclusión olímpica, la WKF cambió su enfoque al transformar las Ligas Karate 1 en una plataforma de clasificación para los Campeonatos Mundiales. Sin embargo, este movimiento ha expuesto disparidades significativas en la participación global. Más allá de unos pocos países africanos y un puñado de naciones en las Américas, muchos países en estas regiones luchan por competir en las Ligas Karate 1. Incluso aquellos que lo hacen a menudo enfrentan una falta de competidores en varias categorías, lo que indica que las necesidades de las federaciones nacionales en estas áreas pueden no ser una prioridad para la WKF.

EL KARATE NECESITA UNA ESTRUCTURA REFORMADA

El enfoque de la WKF pone de relieve un problema más amplio: aunque la federación ha realizado cambios significativos, el impacto en el desarrollo global del karate y su inclusividad sigue siendo desigual. El futuro del deporte en las principales competiciones internacionales depende de abordar estas disparidades y de fomentar un entorno más inclusivo y colaborativo.

Está claro que el karate necesita urgentemente una estructura de gestión unificada y reformada. Esta reforma debe garantizar la designación de personas calificadas para ocupar posiciones de liderazgo tanto en la Federación Mundial de Karate como en las federaciones continentales, con total transparencia en el proceso. A medida que el karate busca reconstruirse y recuperar su estatus global, es esencial que la WKF adopte un modelo de gobernanza que enfatice la competencia justa y la representación amplia. Solo a través de estas medidas el karate podrá inspirar a futuras generaciones y lograr el reconocimiento que legítimamente merece.

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