Rinat Dasáyev, uno de los mejores porteros en la historia del fútbol, pudo haber llevado una vida completamente distinta de no haber sido por un giro del destino en su infancia. Nacido en Astracán en 1957, Dasáyev mostró poco interés por el fútbol en sus primeros años, centrándose más en la natación. Sin embargo, una cirugía en su brazo a los nueve años cambió el curso de su vida. Incapaz de continuar con la natación, se inclinó hacia el fútbol e ingresó en la academia del Volgar Astracán, donde irónicamente, su primera posición fue como delantero.
No obstante, el destino volvió a intervenir durante una sesión de entrenamiento invernal. Llegando temprano, Dasáyev decidió ocupar la portería mientras esperaba. El entrenador, al observarlo, sugirió que probara como portero, una decisión que no solo definiría la carrera de Dasáyev, sino que también alteraría el panorama del fútbol soviético para siempre.
Para 1975, Dasáyev ya había debutado profesionalmente con el Volgar Astracán. Dos años más tarde, se unió al Spartak de Moscú, el club donde forjaría una carrera legendaria. Bajo la dirección del entrenador jefe Konstantín Beskov, Dasáyev perfeccionó sus habilidades y desarrolló un estilo único y altamente efectivo. Conocido por su capacidad para interceptar centros y su preferencia por lanzar el balón para iniciar contraataques en lugar de despejarlo de un puntapié, la precisión y compostura de Dasáyev lo distinguieron del resto.
GUIADO POR UN VISIONARIO
La influencia de Beskov en Dasáyev no puede ser subestimada. “Mi juego en los centros era sólido,” comentó Dasáyev en una ocasión. “Konstantín Ivánovich [Beskov] insistía en que lanzara el balón en vez de patearlo. Nos permitía lanzar contraataques rápida y precisamente.” El énfasis de Beskov en la precisión y la visión transformó a Dasáyev en algo más que un simple guardameta; se convirtió en un generador de jugadas desde el fondo, comandando no solo su defensa, sino todo el campo.
El éxito de Dasáyev en el Spartak fue igualado por sus logros con la selección soviética. Ganó una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 y formó parte del equipo soviético que terminó subcampeón en la Eurocopa de 1988, donde fueron derrotados por los Países Bajos en la final. A nivel individual, Dasáyev fue nombrado Mejor Portero Soviético en seis ocasiones y fue reconocido como el Futbolista del Año en 1982. Su mayor logro llegó en 1988 cuando la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS) lo nombró Mejor Portero del Mundo, un hito para el fútbol soviético.
UNA INCURSIÓN EN LA LIGA ESPAÑOLA
Tras su destacada actuación en la Eurocopa 1988, Dasáyev atrajo la atención de los grandes clubes europeos. Aunque recibió ofertas del Real Madrid y del Manchester United, fue el Sevilla FC quien aseguró su fichaje en noviembre de 1988 por dos millones de dólares. Sus primeros días en España fueron prometedores, con dos porterías imbatidas en sus primeros cuatro partidos. Sin embargo, su tiempo en Sevilla pronto se deterioró. Su rendimiento comenzó a decaer, y una serie de errores poco característicos, incluyendo un fallo costoso en un partido contra el modesto Logroñés, empañaron su desempeño. Sus problemas continuaron durante el Mundial de 1990, donde un error ante Rumanía puso fin a su carrera internacional.
La caída de Dasáyev fue rápida. Tras ser relegado al banquillo en Sevilla y con ofertas para regresar al Spartak de Moscú, decidió quedarse en España, renuente a volver a una Unión Soviética que estaba al borde del colapso.
LOS AÑOS OSCUROS
La retirada trajo consigo un conjunto de desafíos propios. Un breve intento en los negocios resultó fallido, al igual que su período como asistente del legendario Luis Aragonés en el Sevilla. Aislado y luchando por encontrar su lugar, Dasáyev se distanció de su familia en Rusia. “Los últimos años en España fueron duros,” confesó en entrevistas posteriores. “No hablaba con nadie, ni siquiera con mi familia, durante dos años. Tenía miedo de llamarlos. No sabía cómo explicar cómo me sentía cuando ni yo mismo lo entendía.”
En 1998, con la ayuda de su familia, Dasáyev regresó a Rusia, donde aceptó un puesto como entrenador en su primer club, el Volgar Astracán. Aunque inicialmente la idea de trabajar lo aterraba, pronto comprendió que regresar a sus raíces era tanto necesario como inevitable.
UN NUEVO COMIENZO
Fue durante sus difíciles años en España cuando Dasáyev conoció a María del Mar, una camarera que no sabía nada sobre su fama como futbolista. Ella se convertiría en una figura central en su vida, ayudándolo a reconstruir su mundo tras su caída. A pesar de las cicatrices de un primer matrimonio complicado, Dasáyev se casó con María en 2002. La pareja tuvo cuatro hijos, dos nacidos en Sevilla y dos en Moscú, consolidando el vínculo entre las dos etapas de su vida.
Hoy, Dasáyev sigue vinculado al fútbol, entrenando a jóvenes porteros en la academia del Spartak de Moscú. Su legado como uno de los mejores guardametas del deporte sigue intacto, celebrado no solo por sus logros, sino también por su capacidad de superación ante la adversidad.
El recorrido de Rinat Dasáyev, desde los campos de Astracán hasta los escenarios más grandes del fútbol internacional, es una historia de talento, determinación y poder de reinvención. Su estilo único, moldeado por el entrenamiento visionario de Konstantín Beskov, y su capacidad para superar luchas personales, aseguran que su nombre permanezca grabado en los anales de la historia del fútbol.