Amenazas cibernéticas en aumento apuntan al Comité Olímpico Internacional
Farzad Youshanlou
enero 2, 2025

En los últimos días, el Comité Olímpico Internacional ha emitido advertencias urgentes sobre cuentas falsas que se hacen pasar por su presidente, Thomas Bach, y que han estado contactando a altos funcionarios. Estos incidentes forman parte de una campaña más amplia de desinformación y difamación dirigida a socavar la credibilidad del COI y a perturbar el orden deportivo mundial. El COI ha instado a todas las partes interesadas a permanecer vigilantes y a tomar precauciones contra estas actividades maliciosas.

Estos incidentes van más allá del simple robo de identidad. A principios de marzo de 2024, el COI fue blanco de llamadas falsas realizadas supuestamente en nombre de la Comisión de la Unión Africana. Los impostores buscaron obtener argumentos del COI contra la politización del deporte por parte de ciertos gobiernos, probablemente con el objetivo de manipular las narrativas internacionales. Tales operaciones resaltan los esfuerzos sofisticados y organizados para sembrar división dentro de la diplomacia y la gobernanza internacional.

En otro acontecimiento alarmante, el presidente del COI, Thomas Bach, y el vicepresidente de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, fueron engañados para participar en una videollamada con individuos que se hicieron pasar por líderes africanos. La llamada giró en torno a discusiones sobre la politización del deporte, demostrando aún más que estos ataques no son actos aleatorios de interrupción, sino intentos cuidadosamente planificados para desacreditar a las instituciones internacionales e influir en los debates globales.

Los beneficiarios de estas campañas abarcan una amplia gama de actores. Algunos gobiernos y grupos políticos pueden buscar presionar al COI para que revise su postura sobre naciones involucradas en disputas geopolíticas. Estas acciones a menudo forman parte de estrategias más amplias de guerra informativa, destinadas a desestabilizar las instituciones globales y erosionar la confianza pública en sus procesos de toma de decisiones.

PRESTEN ATENCIÓN A LAS ADVERTENCIAS

Activistas políticos y grupos de presión también podrían beneficiarse de estas operaciones. Al amplificar la desinformación, intentan forzar al COI a cambiar sus políticas sobre temas controvertidos como los derechos humanos o las sanciones deportivas. Estas tácticas subrayan la necesidad urgente de medidas de ciberseguridad sólidas y procesos rigurosos de verificación de identidad para salvaguardar la integridad del COI.

Los piratas informáticos y los grupos de ciberdelincuentes representan otro actor clave en estos ataques. Ya sea impulsados por motivos financieros, como la extorsión, o por el deseo de interrumpir las comunicaciones, estos actores explotan vulnerabilidades para acceder a información sensible. Además, los medios de comunicación sesgados o motivados por el lucro a menudo contribuyen a la propagación de narrativas falsas, capitalizando la controversia para atraer audiencias y anunciantes, lo que complica aún más los esfuerzos para combatir la desinformación.

Rivales económicos y deportivos también podrían recurrir a estas tácticas. Las naciones que compiten por la oportunidad de albergar eventos deportivos prestigiosos pueden intentar empañar la reputación del COI u otros contendientes mediante campañas de desinformación. Estas acciones reflejan no solo la feroz competencia en el ámbito deportivo, sino también rivalidades políticas y económicas más amplias.

En última instancia, estos ataques subrayan la naturaleza cambiante de las amenazas modernas. La desinformación y el robo de identidad se han convertido en armas poderosas en los conflictos globales, atacando la confianza y la estabilidad. Combatir estas amenazas requiere esfuerzos coordinados entre gobiernos, organizaciones internacionales y el sector privado. Solo mediante una mayor concienciación, marcos de ciberseguridad mejorados y procesos rigurosos de verificación de hechos, los actores involucrados podrán protegerse de nuevos daños y preservar la confianza pública en instituciones globales como el COI.

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