Los Juegos Olímpicos, concebidos en su origen como una celebración cultural y deportiva para unir a las naciones a través de la competencia atlética, han evolucionado bajo el escrutinio intelectual moderno. Si bien su misión declarada enfatiza el fomento de la conexión humana y la promoción de valores compartidos, un examen más cercano revela que este ideal a menudo se apoya en la legitimidad simbólica proporcionada por la Carta Olímpica.
Sin embargo, ¿ha cumplido realmente el movimiento olímpico con esta ambiciosa misión? Responder a esta pregunta no es sencillo, especialmente cuando los intereses financieros y la rentabilidad económica prevalecen cada vez más sobre el espíritu de los Juegos. A pesar de los esfuerzos de Thomas Bach para revivir los ideales humanistas en el deporte y establecer colaboraciones cautelosas con instituciones civiles, el marco burocrático del Comité Olímpico Internacional parece mal preparado para institucionalizar estos valores. Sus estructuras no reflejan un diseño centrado en incorporar los valores humanos ni garantizan que los funcionarios sean nombrados con el mandato de defender tales principios. En cambio, la visión olímpica corre el riesgo de perderse entre las prioridades comerciales y la rigidez administrativa.
En este contexto, se hace imprescindible abordar los desafíos crecientes que enfrentan los Juegos Olímpicos en la era digital. Ya sea a través de la perspectiva de los atletas o de los espectadores, el fracaso en reconocer las identidades y afiliaciones cambiantes de la sociedad moderna representa una amenaza seria para el movimiento olímpico. Si bien esto no marcaría el fin de los Juegos, sí corre el riesgo de acelerar la erosión de los principios fundamentales de la Carta Olímpica—principios que ya solo se defienden de manera marginal. Tal tendencia amenaza con profundizar la desigualdad, perpetuar la discriminación y relegar la competencia justa a un segundo plano.
FALTA DE MECANISMOS ACTUALIZADOS
Las disciplinas deportivas son productos de su tiempo, evolucionando a través de diferentes eras. Su crecimiento depende de mecanismos estructurados que, cuando se alinean con las preferencias sociales y los avances en la ciencia deportiva, conducen al progreso. Esta evolución mejora su atractivo, haciéndolas más atractivas y accesibles para el público, mientras ganan un apoyo más amplio.
Ejemplos recientes pueden verse en deportes como el skateboarding y el surf, que han ganado reconocimiento de manera constante y han sido incorporados a los Juegos Olímpicos. Estos deportes reflejan las tendencias modernas al atraer a un público más joven, abrazando elementos del estilo de vida y enfatizando la creatividad, adaptabilidad y conciencia ambiental. Su inclusión demuestra la disposición de los Juegos Olímpicos para adaptarse a las dinámicas culturales contemporáneas y ampliar su atractivo. En cambio, el karate, a pesar de haber gozado de gran popularidad en los años 90, ahora presenta actuaciones mediocres y ha perdido su lugar en los Juegos Olímpicos.
Esto subraya la importancia de comprender diversas culturas y establecer comisiones especializadas dentro del Comité Olímpico Internacional. Estas comisiones pueden ayudar a moldear estrategias basadas en sus hallazgos, garantizando políticas que modernicen los deportes y los mantengan relevantes en un mundo en constante cambio. Parece que el Comité Olímpico Internacional podría carecer de una comprensión suficiente de la vestimenta religiosa que usan las atletas femeninas. En algunos países, esta vestimenta está profundamente arraigada en prácticas culturales y tradicionales, y las mujeres eligen usarla sin coacción gubernamental. Sin embargo, en algunos otros países, las atletas femeninas se ven sistemáticamente obligadas por políticas estatales a usar coberturas religiosas. No cumplir con esto no solo las excluye de representar a sus equipos nacionales, sino que a menudo les niega el derecho a participar en el deporte en general.
Se puede afirmar con certeza que el Comité Olímpico Internacional carece de una comprensión adecuada sobre la vestimenta religiosa que usan las atletas femeninas. En algunos países, dicha vestimenta está profundamente enraizada en prácticas culturales y tradicionales, y las mujeres eligen llevarla sin coacción gubernamental. Sin embargo, en otros países, las atletas femeninas son sistemáticamente obligadas por políticas estatales a usar cubrimientos religiosos. La falta de cumplimiento no solo las excluye de representar a sus equipos nacionales, sino que a menudo les impide participar en deportes en general.
La ausencia de una hoja de ruta clara para implementar protocolos actualizados ha llevado a una crisis en el deporte del boxeo—una que podría considerarse uno de los fracasos más significativos de la historia olímpica en cuanto a igualdad de género y juego limpio.
En este contexto, la creación de comisiones especializadas no solo debería abordar la igualdad de género, incluida la representación femenina, sino que también debe ampliar su enfoque a todas las dimensiones críticas de la equidad y la inclusión. Estas comisiones deben funcionar como vías de investigación y de operaciones del COI, asegurando que se identifiquen y comprendan correctamente las complejidades sociales que enfrentan los atletas de diversas regiones.
Desarrollar políticas y marcos actualizados para los participantes olímpicos debe ser una prioridad para el nuevo presidente del Comité Olímpico Internacional, allanando el camino para un futuro más equitativo e inclusivo para los Juegos.
LOS DESAFÍOS POR ADELANTE
Para evitar que tales fracasos se repitan, el COI debe establecer comisiones especializadas que aborden la equidad, la inclusión y la igualdad. Estos órganos deberían servir como los brazos de investigación y operación del COI, ofreciendo recomendaciones fundamentadas que reflejen las complejidades que enfrentan los atletas de todo el mundo.
El papel de estas comisiones debe ir más allá de la representación de género. Deberían abordar cuestiones más amplias, como la sensibilidad cultural, los códigos de vestimenta y las barreras para la participación, asegurándose de que las políticas olímpicas respalden a los atletas sin discriminación.
A medida que el movimiento olímpico se prepara para su próximo capítulo, desarrollar marcos y políticas actualizadas debe ser una prioridad para el próximo presidente del COI. Los Juegos deben evolucionar para satisfacer las expectativas de una audiencia global que valora la equidad, la diversidad y la inclusión.
Los Juegos Olímpicos fueron fundados sobre principios de unidad y competencia justa. Hoy en día, estos valores deben ser redefinidos para abordar los desafíos modernos. Al abrazar reformas y fortalecer su compromiso con la equidad, el COI puede asegurar que los Juegos Olímpicos sigan siendo no solo una celebración de la excelencia atlética, sino también un símbolo de progreso e inclusión en un mundo que cambia rápidamente.