Durante casi tres décadas, la Federación Mundial de Karate (WKF) ha estado bajo el férreo control de un solo individuo, dejando a las generaciones más jóvenes de líderes a un lado. Desde 1998, Antonio Espinós ha gobernado la organización con mano de hierro, influyendo en las decisiones clave y en la elección de los miembros de la junta ejecutiva y los jefes de comisiones, incluida la crucial comisión de arbitraje. Ahora, en sus setenta años, Espinós ha enfrentado crecientes críticas por su estilo autocrático, así como por su papel en la exclusión del karate de los Juegos Olímpicos, un golpe que ha sacudido a la comunidad global de este deporte.
Tras la exclusión del karate del programa olímpico, los organizadores de los Juegos de París 2024 y Los Ángeles 2028 enviaron un mensaje claro: la gobernanza de la WKF carece de la transparencia y los mecanismos democráticos necesarios para su inclusión en la familia olímpica. A pesar del debut del deporte en Tokio 2020, fue inmediatamente excluido de París 2024, un movimiento significativo considerando las profundas raíces históricas del karate en Francia. Esta exclusión de dos Juegos Olímpicos consecutivos apunta directamente al estilo de gestión opaco bajo Espinós.
LA WKF NO TIENE A NADIE SIN JUEGOS OLÍMPICOS
En lugar de aprovechar esta exclusión de los Juegos Olímpicos como una oportunidad para la introspección y la reforma, Espinós ha arremetido contra el Comité Olímpico Internacional, acusándolo de falta de transparencia. Sin embargo, el verdadero problema radica en el fracaso de la WKF para alinearse con los valores consagrados en la Carta Olímpica: evitar la discriminación, la unidad, la equidad y la democracia. Sin un plan claro de reforma en su gobernanza, la WKF no tiene a nadie más que a sí misma a quien culpar por su exclusión del evento deportivo más prestigioso del mundo.
Mientras tanto, la caída del karate del programa olímpico ha puesto a Francis Didier, otra figura prominente en el deporte, en el centro de atención. Didier, presidente de la Federación Francesa de Karate (FFK), también ha sido objeto de críticas, acusado de negligencia en la promoción de las aspiraciones olímpicas del karate. Sin embargo, Didier ha estado lidiando con sus propios escándalos, enfrentando múltiples investigaciones por parte de la policía y las autoridades fiscales francesas. Una vez aliado cercano de Espinós, Didier ha caído en desgracia y ha sido apartado de roles clave dentro de la WKF.
Los problemas de Didier no terminan ahí. Una nueva directiva del gobierno francés obliga a un cambio en el liderazgo de las federaciones deportivas nacionales, lo que obliga a Didier a renunciar a su cargo en la FFK. Sin embargo, ha declarado su intención de permanecer como asesor de su sucesor, una medida que ha generado controversia. Algunos críticos argumentan que la influencia continuada de Didier impedirá la tan necesaria transparencia financiera y administrativa en la FFK, mientras que otros temen que su sucesor, elegido a dedo, simplemente actúe como un títere, prolongando el control de la vieja guardia.
HA AMPLIADO SU MANDATO DE CUATRO A SEIS AÑOS
Espinós, por su parte, tampoco ha mostrado voluntad de dar un paso al costado. En lugar de reconocer sus fracasos estratégicos —particularmente la incapacidad del karate para asegurar un lugar olímpico a largo plazo— ha ampliado el mandato de la presidencia de la WKF de cuatro a seis años. Además, como presidente tanto de la WKF como de la Federación Europea de Karate (EKF), Espinós ha tomado decisiones cuestionables, como bloquear el traslado de la sede de la EKF fuera de Madrid. Estas acciones generan preocupaciones sobre su intención de mantener el control, incluso después de su eventual partida.
En el centro de estas luchas de poder se encuentra un problema crítico: la falta de procesos democráticos claros dentro de la WKF y las federaciones nacionales. La tendencia de instalar líderes complacientes que no desafiarán el statu quo amenaza el futuro del karate como un deporte con aspiraciones olímpicas. Sin reformas significativas, que incluyan una mayor transparencia y elecciones abiertas para los roles de liderazgo, la WKF corre el riesgo de quedar atrapada en un ciclo de liderazgo irresponsable, incapaz de asegurar un lugar en el escenario deportivo mundial.
LA WKF DEBE ABRAZAR VALORES DEMOCRÁTICOS
A medida que el karate mira hacia el futuro, el deporte enfrenta un camino incierto. Su exclusión de los Juegos Olímpicos de París 2024 y Los Ángeles 2028, junto con la agitación interna que afecta a su liderazgo, indica la necesidad de un cambio significativo. La WKF debe abrazar los valores democráticos que dice defender, garantizando que su liderazgo sea responsable y que sus operaciones sean transparentes. Solo entonces el karate podrá aspirar a regresar a los Juegos Olímpicos y asegurar su lugar entre los deportes de élite del mundo.
Hasta entonces, el reinado de Antonio Espinós y Francis Didier puede seguir proyectando una sombra sobre las ambiciones del deporte, dejando a los entusiastas del karate en todo el mundo preguntándose si su querido deporte logrará liberarse del control de sus «dinosaurios gemelos«.