Infantino y el Mundial: ¿para quién se juega el fútbol?
Javier Nieto
octubre 12, 2025

“Parece bastante obvio para el Mundial, pero no se puede jugar en algunos lugares en verano, así que podríamos tener que cambiar el calendario”. Con esas palabras, pronunciadas durante la Asamblea de la European Football Clubs, Gianni Infantino, presidente de la FIFA, abrió un debate que amenaza con seguir cambiando el futuro del fútbol internacional. Lo presentó como una idea, pero suena a una estrategia para ir preparando el terreno ante una posibilidad que toma fuerza: otro Mundial en invierno, quizá en Arabia Saudí. Como ya ocurrió con Qatar, la sensación es que el dinero sigue marcando la dirección de las decisiones.

La FIFA defiende que el cambio de fechas responde a una cuestión de salud y clima. Es cierto que disputar un torneo en pleno verano en ciertos países resulta prácticamente inviable, tanto por las temperaturas como por la seguridad de los futbolistas. Sin embargo, si el objetivo fuera realmente proteger a los jugadores, el debate sobre el calendario debería abordarse de manera global, con criterios consensuados, no mediante ajustes puntuales cada vez que la sede presenta un clima extremo.

Un calendario al límite

Un Mundial en invierno o en meses como marzo u octubre, algo que también ha sugerido ligeramente Infantino, alteraría por completo la estructura de las competiciones de clubes. Las ligas tendrían que comenzar antes, las fases de grupos de la Champions League y la Europa League deberían disputarse en menos semanas y el descanso entre temporadas se reduciría al mínimo. El clima podría ser más favorable, pero la sobrecarga de partidos y la fatiga de los futbolistas seguirían sin resolverse.

El calendario internacional está fijado hasta 2030, lo que deja escaso margen para cambios drásticos. Sin embargo, el Mundial de 2030, que se celebrará en España, Portugal y Marruecos, podría ser una oportunidad para promover un replanteamiento consensuado. No se trata de improvisar, sino de acordar un modelo que tenga en cuenta a todos los protagonistas: clubes, selecciones, jugadores y federaciones. Lo que falta no es tiempo, sino voluntad para construir un calendario más equilibrado y coherente, sea cual sea la sede del Mundial.

¿Quién decide y para quién?

La gran pregunta sigue sin respuesta: ¿quién decide realmente el calendario del fútbol mundial? Infantino habla de “reflexionar”, pero no aclara quién reflexiona ni con qué propósito. Los jugadores y entrenadores apenas tienen voz en decisiones que afectan directamente a su rendimiento y a su salud. El fútbol moderno se llena de mesas de diálogo, pero cada vez escucha menos a quienes sostienen el juego desde el césped.

También los aficionados quedan al margen de este debate. Cada cambio de fechas o de horarios, o la lejanía entre sedes, condiciona su capacidad de viajar, planificar o simplemente disfrutar de la competición. La FIFA parece pensar más en los derechos televisivos y en las audiencias globales que en la experiencia de quienes llenan los estadios. El fútbol, que alguna vez fue un fenómeno cultural compartido, se adapta hoy a la lógica del mercado y a los intereses de los patrocinadores.

Entre el negocio y la coherencia

El calor es un argumento válido, pero las contradicciones son evidentes. El Mundial de 2030 se disputará en tres países —España, Portugal y Marruecos— donde los veranos son cada vez más calurosos. En esos mismos meses, las ligas locales y las competiciones europeas siguen programando partidos en horarios de máximo calor, con temperaturas que rozan lo insostenible. Se habla de cuidar al jugador, pero se le hace competir en condiciones que a menudo rozan el límite.

El fútbol necesita repensarse, no solo para adaptarse al clima, sino también para reencontrarse con su esencia. Durante décadas, fueron los jugadores y los aficionados quienes dieron forma al juego. Hoy, sin embargo, parece que cada decisión nace de un despacho, de un contrato o de un cálculo económico. El dinero ya no es solo parte del fútbol: es su árbitro invisible. Y aunque el balón siga rodando, a veces parece que el juego ha dejado de pertenecer a quienes lo hicieron eterno.

Últimas Noticias