Steven Van de Velde hizo noticia años atrás por un repudiable hecho: fue condenado por violar a una menor de edad, por lo que pasó solamente 13 meses encarcelado una década atrás, cuando tenía 20 años. Ahora con 30, el neerlandés representó a los Países Bajos en el vóleibol de playa de los Juegos Olímpicos de París 2024, siendo cada día abucheado por la afición que no perdona el abuso que cometió a una niña de 12 años.
El repudio del público parisino estuvo presente en cada partido, en cada acción que protagonizaba Van de Velde. «Estaba bastante dolido durante los Juegos Olímpicos, pero no quería dejar que otros me intimidasen o me hicieran abandonar en los Juegos. Es una pena lo que pasó. Han pasado diez años de aquello y he jugado más de 100 torneos. Pero entiendo que aún se pregunte la gente si se le puede dejar competir a alguien con un pasado así«, dijo el neerlandés a la cadena NOS.
«Habrá gente que me señalará siempre por lo que pasó. Está bien, están en su derecho, pero intento que no me influya», añadió Van de Velde. «Sé que esto me perseguirá durante toda mi vida y tengo que aceptarlo porque cometí un error«, agregó el deportista, quien durmió fuera de la Villa Olímpica para, según él, estar más tranquilo de cara a la competencia, aunque otras versiones cuentan que fue expulsado por el Comité Olímpico de su país.
Van de Velde fue declarado culpable en 2016 por violar a una niña británica de 12 años cuando él tenía 19. Solamente pasó 13 meses en prisión y luego completó un programa de rehabilitación en su país. Sin embargo, ni la afición en París ni las redes perdonan al voleibolista, por quien más de 81 mil personas firmaron una petición para evitar la participación condenados por abuso sexual en los Juegos Olímpicos.
Por su parte, el neerlandés se dedicó a jugar y da vuelta la página. «Ya no soy ese adolescente, ahora tengo 30 años, estoy casado, tengo un hijo y una vida muy bonita. No me importan lo que digan los demás o las redes sociales. Pero si esto me hubiera pillado con 20 años habría sido muy distinto. Aun así, repercutió cuando jugábamos. Lo hablé con mi esposa y pedí que no me reenviaran cosas. Pero tuve también muchos mensajes de apoyo».
«Cada partido escuchaba más abucheos y me sentía más molesto e incluso llegué a pensar que no tenía sentido seguir jugando. Me pregunté ‘¿por qué estoy haciendo esto? Y eso me hizo más fuerte como persona y hacía que me concentrase más», comentó el deportista más abucheado de París 2024.