El fútbol de Bielorrusia: cuando el deporte es reflejo de represión política
Víctor García
noviembre 17, 2024

El fútbol, en su esencia, debería ser un espacio de unión y esperanza, pero en el caso de Bielorrusia, se ha convertido en un espejo que refleja las sombras de un régimen autoritario. Durante un reciente partido de la Conference League entre el Dinamo Minsk y el Legia Varsovia, un mensaje en una pancarta resumió el contexto mejor que cualquier jugada en el campo: «Voces silenciadas que no deben olvidarse. Libertad para todos los prisioneros políticos«.

El enfrentamiento deportivo pasó a un segundo plano frente a la denuncia de los más de 1.300 prisioneros políticos encarcelados bajo el régimen de Alexander Lukashenko. Las represalias contra aquellos que se atreven a alzar la voz han llegado incluso al mundo del fútbol, donde jugadores han sido encarcelados, contratos rescindidos y carreras truncadas por manifestarse contra el gobierno.

REPRESIÓN Y CONTROL EN EL DEPORTE

El gobierno bielorruso utiliza el deporte como una herramienta más de propaganda y control. Los jugadores que representan a la selección nacional son seleccionados, en gran parte, por su afinidad con el régimen, mientras que otros son excluidos o perseguidos por sus opiniones políticas. Según datos publicados por The Guardian, alrededor de 48 futbolistas han sido vetados por expresar oposición al gobierno o participar en protestas.

En el ámbito internacional, Bielorrusia se enfrenta sanciones que le prohíben jugar en su territorio desde marzo de 2022, como castigo por su apoyo a la invasión rusa en Ucrania. Sin embargo, su presencia en competiciones internacionales sigue generando controversia, ya que muchos consideran que permite blanquear las atrocidades del régimen.

EL FUTURO INCIERTO DEL FÚTBOL BIELORRUSO

A pesar del contexto político, el entrenador de la selección nacional, el español Carlos Alós, ha logrado algunos resultados positivos, como empates ante Suiza y Rumanía, y una victoria frente a Kosovo en la Liga de Naciones. Sin embargo, el verdadero reto no es solo deportivo, sino moral: ¿cómo seguirá el mundo del fútbol aceptando la participación de un país cuyos valores contradicen los principios de igualdad y justicia que el deporte debería defender?

Con las elecciones presidenciales en Bielorrusia programadas para enero, se teme un recrudecimiento de la represión. Mientras tanto, el fútbol sigue siendo un escenario donde las tensiones políticas y sociales se manifiestan, recordándonos que, en algunos casos, el deporte no puede escapar de la sombra del poder.

EL ROL DE UEFA Y FIFA

La pasividad de las entidades rectoras como la UEFA y la FIFA frente a las denuncias de interferencia estatal en el fútbol bielorruso es preocupante. Con un posible cambio político en Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump, surge la duda de si las sanciones deportivas podrían relajarse, permitiendo una normalización de relaciones con regímenes autoritarios.

El deporte, cuando se utiliza como herramienta de opresión o propaganda, pierde su esencia. Bielorrusia nos recuerda que el fútbol no está exento de responsabilidad y que, más allá de los goles y victorias, el compromiso con los derechos humanos debe prevalecer.

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