“Siempre he querido poder devolverle a mi país en unos Juegos Olímpicos todo lo que España me ha hecho sentir a mi representándola por el mundo y cosechando éxitos”, ha comentado en una carta Lucía Martín-Portugués tras ceder en su debut en París 2024 contra la húngara Anna Marton. La española, deportista amateur de 33 años, llegaba a sus primeros Juegos Olímpicos con la opción de podio en sable, esgrima, tras las ocho medallas internacionales que ha cosechado recientemente y ahora ha debido escribir una carta para protegerse de las críticas feroces recibidas a través de las redes sociales.
Este lamentable episodio demuestra la cara más amarga del deporte aficionado y la inmadurez del público en las redes sociables. Falta de respeto y de contextualización cuando una deportista de élite, cuarta en el ránking mundial, ha de escribir una descorazonadora carta repitiendo su amor por su país, su deporte y que lo ha dejado todo con su sable, al tiempo que recordaba los éxitos que ha tenido últimamente.
Sus inquietudes, además, recuerdan la fragilidad de este tipo de deportistas no profesionales cuando sus ingresos por becas dependen de los resultados. Un cortoplacismo que le ha situado en el disparadero porque no sabe si podrá contar con suficiente presupuesto como para continuar compitiendo.
Ver esta publicación en Instagram
Junto a todo el equipo de esgrima, conocido como “las chicas del sable”, Martín-Portugués ha elevado el esgrima nacional a algo nunca visto en la historia de España. Justo antes de los Juegos Olímpicos, consiguieron un bronce por equipos en los Europeos de Basilea (Suiza).
“Muchos espectadores se han vuelto profesionales de la esgrima. Han estado juzgando mi nivel deportivo y algunos hasta la carrera universitaria que estudio (odontología) para mi futura retirada sin conocerme”, ha comentado la esgrimista en sus redes sociales. Además, ha criticado que la gente la haya juzgado negativamente y no se haya alegrado por todo lo conseguido para España en todo lo que tiene que ver con el ciclo olímpico.
Lo que está claro, es que deportistas como Martín-Portugués, poco conocidas para el gran público, son juzgadas por los aficionados a los Juegos, sin pensar en el deportista y sin diferenciar un mal día, como el que ha podido tener la esgrimista o un mal año y realizar una crítica respetuosa sin criticar a la persona, por que como dice Lucía Martín Portugúes, “detrás de las pantallas hay personas”.