La necesidad urgente de una reforma estructural en los deportes globales
Farzad Youshanlou
octubre 12, 2024

El reciente informe de 24 páginas de Reem Alsalam, la Relatora Especial de la ONU sobre la violencia contra las mujeres, ha encendido una conversación crucial sobre el abuso y la discriminación que las atletas femeninas continúan enfrentando en todos los niveles del deporte. Es una acusación contundente contra el mundo deportivo global, pero sus hallazgos señalan un problema aún mayor: el Comité Olímpico Internacional, a pesar de su poder, no puede generar los cambios necesarios por sí solo. Las federaciones deportivas internacionales, los gobiernos y las organizaciones deportivas deben comprometerse con una reforma estructural amplia para garantizar la seguridad y la igualdad para las mujeres atletas.

El informe destaca el abuso y la discriminación que enfrentan las mujeres en los deportes, incluyendo el acoso sexual, la violencia de género y las desigualdades estructurales que perpetúan estos abusos. Desde casos de alto perfil, como los escándalos de abuso sexual en la gimnasia, hasta violaciones a nivel de base, es evidente que la violencia contra las atletas es rampante. Y aunque algunos de estos problemas han salido a la luz gracias a la prensa libre, mucho permanece oculto en regímenes autoritarios donde el control de los medios mantiene tales abusos en secreto. Tragedias asociadas con el expresidente de la Federación de Lucha de la India y el ex secretario general de la Federación Europea de Karate son algunos de los pocos incidentes que han ocurrido en el mundo del deporte, pero que no han sido investigados seriamente. Además de estos, Alsalam también ha destacado casos similares en su informe.

En países donde la libertad de expresión y de prensa están restringidas, las atletas enfrentan una lucha casi imposible. En Afganistán e Irán, las mujeres tienen prohibido participar en varios deportes, como natación, lucha, ciclismo, equitación, waterpolo, buceo, culturismo, gimnasia y boxeo. Sus luchas por el derecho a participar suelen ser recibidas con graves consecuencias. Enfrentan restricciones incluso para asistir a los estadios deportivos, como en el caso de Sahar Khodayari, conocida como la «Chica Azul». Su trágica muerte tras ser arrestada por intentar entrar en un estadio de fútbol en Irán es un recordatorio doloroso de la opresión sistémica que enfrentan las atletas. La ausencia de una respuesta contundente por parte de organizaciones deportivas globales como la FIFA y la Confederación Asiática de Fútbol (AFC) en tales casos solo agrava la injusticia.

DINÁMICAS POLÍTICAS E IDEOLÓGICAS

Uno de los desafíos centrales que no se destaca en el informe de Alsalam es cómo la gobernanza deportiva está ligada a estructuras políticas e ideológicas en varios países. En sistemas patriarcales, el deporte a menudo se utiliza como herramienta para reforzar los roles de género tradicionales, excluyendo a las mujeres de la participación. Incluso en países que celebran la paridad de género en las competiciones, como en los Juegos Olímpicos de París 2024, la verdadera igualdad está lejos de alcanzarse. El número de mujeres atletas de países de Medio Oriente, por ejemplo, sigue siendo alarmantemente bajo.

Las organizaciones deportivas internacionales deben abordar las marcadas desigualdades en la participación de mujeres en estas regiones. En lugar de centrarse únicamente en promover la igualdad de género en los países occidentales, la comunidad deportiva global debe empoderar a las mujeres en todo el mundo, creando vías para la participación y representación, independientemente del clima político local.

El informe de Alsalam también aborda el desequilibrio de género en la gobernanza deportiva, donde las mujeres siguen estando terriblemente subrepresentadas. Según el Observatorio Global para la Igualdad de Género y el Deporte, solo el 7% de las federaciones deportivas internacionales bajo el paraguas olímpico tenían presidentas y solo el 18% contaban con secretarias generales en 2022. Este desequilibrio es sistémico y, sin abordarlo, los avances hacia la igualdad de género en los deportes seguirán siendo superficiales.

Los sistemas patriarcales mantienen un férreo control sobre los puestos de liderazgo en el mundo deportivo. Incluso cuando las mujeres se postulan para cargos importantes, enfrentan numerosas barreras. La carrera por la presidencia del COI, que vio a solo una candidata femenina frente a seis hombres, ejemplifica estos desafíos. Las federaciones deportivas internacionales deben hacer más para asegurar que las mujeres no solo participen en los deportes, sino que también tengan el poder de influir en cómo se gobierna el deporte. Hasta entonces, la paridad de género en los roles de liderazgo seguirá siendo un objetivo lejano.

La crítica de Alsalam a los códigos de vestimenta obligatorios impuestos a las atletas en países como Afganistán e Irán, y la prohibición del vestido islámico en Francia, revela otra capa de discriminación que enfrentan las mujeres en los deportes. Estas políticas violan los derechos de las mujeres, restringiendo su autonomía y limitando su participación. Sin embargo, las organizaciones internacionales en su mayoría han permanecido en silencio sobre estos temas. Al no abordar plenamente los derechos de las atletas afectadas por los códigos de vestimenta religiosa, las federaciones deportivas internacionales continúan permitiendo que persistan las prácticas discriminatorias. La falta de acción por parte de entidades como el COI, los grupos de derechos humanos y las organizaciones deportivas demuestra una renuencia a desafiar estas normas profundamente arraigadas.

PROTOCOLOS DE PRUEBAS DE GÉNERO

Un tema controvertido planteado en el informe de Alsalam es la categorización de los atletas masculinos y femeninos en los deportes. La cuestión de las pruebas de género ha sido durante mucho tiempo un punto de debate, con los activistas de derechos humanos generalmente oponiéndose a ellas. Alsalam, sin embargo, argumenta que las pruebas de género deberían permitirse, siempre que se realicen de manera que se respete la dignidad de las atletas. Su postura difiere de la oposición más tradicional a las pruebas de género, ya que cree que se necesita un enfoque más matizado para prevenir la discriminación mientras se garantiza la equidad en la competencia.

Una reciente controversia en los Juegos Olímpicos de París que involucró a la boxeadora argelina Imane Khelif y la boxeadora taiwanesa Lin Yu-Ting subraya cómo las pruebas de género pueden convertirse en un campo de batalla tanto para los derechos humanos como para la equidad en el deporte. La mala gestión del tema por parte de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) y el COI expuso la fragilidad del sistema actual, dejando a las atletas atrapadas en el fuego cruzado.

El informe de Reem Alsalam es un llamado a la acción para una reforma estructural en todo el panorama deportivo global. Los gestos simbólicos o las reformas incrementales no son suficientes para abordar los problemas profundamente arraigados que enfrentan las mujeres en los deportes. La verdadera igualdad de género solo se logrará cuando las federaciones deportivas creen un marco que proteja a las atletas, garantice su participación en roles de liderazgo y desmantele los sistemas patriarcales que continúan dominando el campo.

El momento para el cambio estructural en los deportes globales está muy atrasado. No se trata solo de incluir a más mujeres en el campo de juego; se trata de reformar todo el sistema, desde la gobernanza hasta la protección de las atletas, para que el deporte se convierta en un lugar de igualdad, seguridad y oportunidades para todos. Las voces de las atletas femeninas, especialmente las de entornos marginados y reprimidos, deben ser amplificadas y sus derechos protegidos. Solo entonces la comunidad deportiva global podrá afirmar que defiende la igualdad y la justicia.

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