El cambio climático, uno de los problemas más importantes a los que se enfrenta el planeta, comienza a ser una seria amenaza para los Juegos Olímpicos de Invierno, pruebas que requieren nieve y un clima frio. Un estudio de la Universidad de Waterloo en Ontario, Canadá, revela que las temperaturas de las ciudades que acogen los Juegos Olímpicos de Invierno desde 1950 han aumentado una media de 4.8 grados y hasta 8,9 en Pekín, que sin nieve artificial no se hubieran podido disputar los JJOO de 2022. ¿Qué ocurrirá en el futuro a corto plazo?
Este estudio científico también revela que con el escenario que ahora mismo se presenta, habrá solo cuatro lugares en el mundo climáticamente seguros para mediados de siglo y solo uno para finales donde se podrían organizar los Juegos de invierno.
“A mediados de siglo habrá solo entre 10 y 12 comités capaces de acoger eventos en nieve”
Con lo firmado en el Acuerdo de París -que tiene como objetivo limitar el aumento de la temperatura de la superficie global muy por debajo de 2 grados-, nueve de las 21 ciudades anfitrionas de los Juegos de invierno tendrían condiciones favorables en 2050 y solo ocho lo tendrían en 2080. El presidente del COI, Thomas Bach ya ha afirmado que “a mediados de siglo habrá solo entre 10 y 12 comités capaces de acoger eventos en nieve”.
Aún peor suerte tienen los Juegos Paralímpicos de Invierno, que se suelen celebrar un mes después, donde las temperaturas ya han subido y la falta de nieve es aún mayor. Con los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026 acercándose, cada vez son menos las candidaturas para albergar estos juegos y la preocupación es máxima. Este peligro de extinción real nos transporta a los valores con los que un día se tejió la bandera olímpica en pro del avance social con el deporte como motor. La humanidad debe responder a esta amenaza real cada vez con más urgencia.