Con la cumbre COP29 en curso, un reciente estudio revela cómo una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero es vital para garantizar el futuro de los Juegos Olímpicos de Invierno. Los investigadores, liderados por el profesor Robert Steiger de la Universidad de Innsbruck y el profesor Daniel Scott de la Universidad de Waterloo, estudiaron distintos escenarios de emisiones: bajo, medio y alto, descubriendo que sólo en escenarios de emisiones bajas o medias la mayoría de los posibles anfitriones de los Juegos de Invierno podrían seguir siendo viables hasta mediados de siglo. De lo contrario, el calentamiento global haría que muchos destinos tradicionales para esquiar y otros deportes de invierno resultaran inadecuados.
En un contexto de altas emisiones, la mayoría de los lugares analizados enfrentarían temperaturas demasiado cálidas para el 2080, comprometiendo así la continuidad de los deportes de invierno en estos sitios. Los resultados del estudio respaldan la iniciativa de la Agenda Olímpica 2020 y su versión ampliada 2020+5, que flexibilizan los requisitos para los futuros anfitriones, alentando el uso de instalaciones ya existentes o temporales y permitiendo la celebración de eventos en varias regiones.
CONFIANZA CLIMÁTICA HASTA LA MITAD DEL SIGLO
Los resultados del estudio confirman que las sedes para las próximas ediciones de los Juegos de Invierno –los Alpes italianos y franceses, y Wasatch Back en Utah, Estados Unidos– son seguras en términos de confiabilidad climática hasta la mitad de este siglo. Karl Stoss, presidente de la Comisión de Futuros Anfitriones de los Juegos de Invierno, indicó que la selección de estas regiones fue cuidadosamente respaldada por datos científicos. Stoss subrayó: “La estrategia del COI para reducir la huella de carbono de los Juegos asegura que se puedan celebrar de manera sostenible, minimizando las construcciones y el impacto ambiental”.
A su vez, los autores del estudio advierten sobre la urgente necesidad de alcanzar los objetivos del Acuerdo de París para frenar el calentamiento global en las regiones montañosas, donde las temperaturas han aumentado 0,3°C por década, superando el promedio global de 0,2°C desde mediados del siglo XX.
REDUCCIÓN DEL IMPACTO Y LA HUELLA DE CARBONO
Desde 2022, el Comité Olímpico Internacional (COI) estableció que las futuras sedes de los Juegos de Invierno deben ser “climáticamente confiables” y utilizar al máximo instalaciones ya existentes o temporales. Además, las ciudades anfitrionas, a partir de los Juegos Olímpicos de Invierno 2030, deberán reducir significativamente las emisiones de carbono, con el objetivo de ser proyectos neutrales en carbono, incentivando también a sus socios a tomar medidas ambientales.
El COI ha trabajado para disminuir las emisiones de carbono en sus eventos y espera que esta reducción alcance el 30% para 2024 y el 50% para 2030, en consonancia con los objetivos del Acuerdo de París. La organización también se ha comprometido a promover la acción climática en todo el Movimiento Olímpico, participando en iniciativas globales como el Marco de Acción Climática para el Deporte de la ONU.
JUEGOS EN UN MUNDO DE EMISIONES REDUCIDAS
A pesar de los desafíos del cambio climático, el profesor Robert Steiger destacó que una adaptación continua permitirá que los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno sigan siendo un evento deportivo global. La disminución de sedes potenciales es un problema, pero los avances en adaptación y la flexibilidad de la Agenda Olímpica permiten vislumbrar un futuro sostenible para los deportes de invierno.