Tres meses después de la muerte del plusmarquista mundial de maratón, el keniata Kelvin Kiptum, siguen apareciendo nuevas teorías sobre su fatídico accidente del 11 de febrero en la carretera de Kaptagat, un pueblo conocido por ser una base de entrenamiento para los atletas de pruebas de fondo del país africano y, en el último tiempo, lugar predilecto de otros maratonistas del mundo para hacer su preparación de grandes eventos. En SportsIn hemos analizado este cruel arrebato deportivo que ha privado de un legendario duelo en los JJOO de París 2024 entre Kiptum y Eliud Kipchoge y después de que la vida de éste haya cambiado para mal por todas las amenazas que está recibiendo. Ha perdido amigos, teme por su familia, ha sido atacado en redes sociales y, tal y como ha reconocido en una entrevista a la BBC: «No creo en nadie».
Kelvin Kiptum pasó del más absoluto anonimato, donde la precariedad y las mínimas condiciones de vida fueron su hábitat diario, a ser una estrella de fama mundial. Esa cruda realidad en la que viven millones de personas sumidas en una pobreza extrema en Kenia no fue impedimento para ponerse desafíos a temprana edad en el pueblo de Chepkorio, condado de Elgeyo Marakwet. En esos caminos de tierra, polvorientos, a más de 2.480 metros de altura, donde la mirada se pierde en el horizonte buscando una explicación a su realidad, Kiptum alimentó sus sueños de convertirse en un gran maratonista, como su compañero de pueblo Geoffrey Kamworor, doble ganador del maratón de Nueva York.
La vida de Kiptum a partir del 4 de diciembre de 2022, cuando gana el Maratón de Valencia, cambia radicalmente con un tiempo de 2:01:53 que lo pone en un sitial de los mejores tiempos en la historia de los maratones.
LA OFERTA ‘MADE IN CHINA’
Ese maratón en particular será una de las grandes interrogantes en el devenir de la muerte del corredor keniata puesto que en ese periodo una empresa china de indumentaria deportiva lo contacta para ser su patrocinador oficial. La suma puesta en la mesa era impensada para este joven de por aquel entonces 23 años. La oferta era irresistible, asumiendo su desconocimiento de cuánto pagan realmente las grandes marcas deportivas para una figura emergente y que tiene mucho más que dar en lo deportivo.
El olfato de los representantes e intermediarios, quienes son los que proveen de información a las marcas, tenían la certeza de que pagando poco podían tener y reclutar a un atleta excepcional. La cifra de 100.000 dólares dejó sin aliento a Kiptum. Las pulsaciones se elevaron, su mente quedó obnubilada, sintió que su vida y la de su entorno ya no sería de más miserias y pobreza. Firmó y aceptó todas las condiciones de hecho y de derecho de un contrato que en su esencia nunca conoció o entendió.
Cuatro meses y medio después del inicio de la relación con la marca Qiaodan, en su segunda presentación del Maratón de Londres -23 de abril de 2023-, se dieron cuenta que el maratonista corría con otra marca, incumpliendo el contrato, señalando escuetamente: “Les voy a devolver el dinero porque tuve una mejor oferta, me dan más dinero y tengo una proyección con ellos”. A la luz de los hechos, los chinos no se quedaron quietos y siguieron conversando y negociando con el representante del atleta, pero los sorprendió el mes de octubre con el reconocido Maratón de Chicago donde Kelvin Kiptum pulverizó el tiempo de Eliud Kipchoge (2:01:09) y lo superó con un crono de 2:00:35.
Entrevista de la BBC a Kipchoge explicando su calvario.
EL DUELO ENTRE KIPCHOGE Y KIPTUM
A partir del 8 de octubre del año pasado todas las miradas estaban concentradas en dos maratonistas del mismo país, Kipchoge con pasar a la historia de los maratones en JJOO y sumar su tercera presea de oro en forma consecutiva (Rio 2016 y Tokio 2020+1) y conquistar el Palacio de Versalles y finalizar en la Torre Eiffel. Y, Kelvin Kiptum iba por otro récord, otra marca, bajar por primera vez las 2:00:00 y convertirse en el mejor de todos y sumar su primera medalla de oro en unos Juegos Olímpicos.
En ese entonces, los medios de comunicación y el público en general debatían abiertamente la final épica que se daría en Paris. El morbo, las historias de vida de ambos atletas con grandes contrastes, con un Kipchoge preparando su última estación y un aparecido entre los mortales con nuevos tiempos y con la juventud de superar sus propias marcas, como es Kiptum. El desenlace del joven maratonista que perdió la vida el pasado febrero con 24 años todavía nos tiene en la más absoluta incertidumbre. Es un verdadero enigma, al extremo que en redes sociales abrió imaginariamente otra línea de conspiración: apuntan directamente con amenazas incluidas al doble medallista de oro Eliud Kipchoge, la tesis de los más extremos y radicales, quienes lo acusan de la muerte de Kiptum.
Cada vez que escribo una editorial de SportsIn, busco explicaciones donde, a veces, no existen, pero tengo la obligación de abrir mi mente y reflexionar sobre tramas e intrigas en el deporte. El primer axioma es informarse y consultar todas las fuentes, independiente a las tendencias e intereses que pudieran representar para un grupo determinado, pero también, tenemos límites al usar algunas de estos medios digitales.
LOS JUECES DE LAS REDES SOCIALES
El uso indiscriminado de estas redes sociales, en el más absoluto anonimato de los que escriben, donde se confunde con la libertad de pensamiento sobre un tema determinado, están socavando a nuestra sociedad, cada vez somos más frágiles y nos dejamos llevar por ese espíritu de proteger al más débil, asumen estos cibernautas que navegan que Kipchoge “no quería que Kiptum llegara a competir a los Juegos Olímpicos de París porque legitimante lo podía ganar, por lo tanto, había que sacarlo del camino y eliminarlo”.
Otros, lo más extremistas, condenaron a un atleta que construyó su camino, igual que Kevin, con esfuerzo, formando su familia siendo muy jóvenes, con hijos que reciben estos comentarios crueles y alejados de la verdad, quienes en vida siguen teniendo desafíos, metas que cumplir, sueños que realizar.
Me pregunto: ¿qué responsabilidad tiene Kipchoge en la toma de decisiones y en las conductas de Kiptum? Ninguna, pero su vida se ha convertido en un calvario, desde sentirse condenado, juzgado, violentado en todos sus derechos, por la sola acción de enfrentarse deportivamente, aquí no sirve el debido proceso, porque nadie ha acusado civilmente a Kipchoge, sólo está en la mente pervertida de algunos que se viralizan y se convierten en tendencia… Pero tendencia de qué, de dañar porque yo no he sido capaz de llegar a ese nivel de excelencia deportiva o profesional.
Volvamos a una de las tesis que se puso en órbita durante las últimas semanas: el padre del deportista Samson Cheruiyot afirmó que “antes del accidente había un grupo de hombres buscándolo y se negaron a ser identificados antes de marcharse de la casa. Con el paso de los días, la policía reconoce que estos hombres son personas vinculadas a la marca china, quienes llegaron para persuadir a Kelvin Kiptum a cumplir el contrato y que tenían la voluntad de mejorarlo económicamente. Se descarta que estos hombres fueran contratados para intimidarlo o amenazarlo de muerte, como también el informe preliminar de los médicos forenses señala que “el corredor, producto del impacto, sufrió extensas fracturas en el cráneo, hubo lesiones en los pulmones y otras partes del cuerpo, causadas por un accidente automovilístico. También se tomaron muestras para análisis toxicológico completo para que podamos ver si hubo algo que pudiera haber contribuido a su muerte”, sentenció.
LOS MÉTODOS NO FUERON ORTODOXOS, PERO…
Kelvin Kiptum, el joven maratonista keniata muerto el 11 de febrero en un fatal accidente dejó muchas preguntas sin respuestas, pero no es menos cierto que hay responsables indirectos para una conducta que a la luz de los hechos no estuvo a la altura de los acontecimientos, el incumplimiento del contrato o volver con su antiguo patrocinador que lo vio crecer en el maratón. Quizás los métodos de negociar con uno y con otro a la vez no fue lo más ortodoxo, pero sucede en la vida real y tienes que estar preparado para ese momento.
Pero, ¿era justo pedirle a Kelvin Kiptum replantearse toda su vida en un abrir y cerrar de ojos? Diría un buen filosofo: «El aprendizaje permanente es el proceso de adquirir conocimientos, habilidades y competencias a lo largo de toda la vida. A diferencia del aprendizaje tradicional que se limita a los años de educación formal, el aprendizaje permanente abarca todas las etapas de la vida y puede tener lugar en una variedad de entornos, como el trabajo, el hogar o la comunidad». ¿Qué tuvo de este aprendizaje Kelvin Kiptum? Todo hace indicar que muy poco, pero a pesar de todas esas carencias y limitaciones, fue capaz de conquistar y abrazar sus propios sueños y llevarlos a lugares recónditos, donde el correr te libera el alma.