Alejandro Sánchez de la Rosa, a sus 28 años, se ha convertido en un símbolo de perseverancia dentro y fuera del rugby. Jugador de la selección española de rugby desde muy joven, Alejandro empezó su trayectoria deportiva a los 12 años. Sin embargo, su historia trasciende los logros físicos; lo que realmente destaca es su inquebrantable fortaleza mental.
Desde niño, Alejandro siempre fue competitivo, una característica que él mismo reconoce: «Siempre lo he sido. Mis padres nunca me habían apuntado a ningún deporte, pero competía en todo con un compañero de clase. De repente ese compañero se apuntó a rugby y yo fui detrás» Esta rivalidad amistosa marcó el inicio de una notable carrera.
Su talento natural y determinación lo catapultaron rápidamente a niveles competitivos más altos, uniéndose a las academias nacionales en la categoría sub-16. Alejandro destaca por su velocidad y habilidad, pero su carrera no ha estado exenta de obstáculos. «Nunca había tenido lesiones en mi carrera, pero justo después del COVID, me rompí el cruzado y el menisco de una pierna» comparte Alejandro, un revés significativo debido a un placaje traumático.
CUANDO UNA LESIÓN TE DA “VERGÜENZA”
Contrario a los tiempos de recuperación estándar de 9 a 10 meses para tales lesiones, Alejandro regresó al campo en solo 6 meses, y nada menos que para jugar dos torneos. En el primero, Nairobi, fue el mayor anotador, pero en el segundo torneo se le soltó la plastia, lo que evidenció que era demasiado pronto para volver al campo.
Después de otra operación y un parón de 12 meses volvió a jugar, pero entonces empezó a notar molestias en la otra rodilla, se había roto el menisco de la otra pierna. “Sinceramente no me lo podía creer y no lo quería asumir por la vergüenza de haberme vuelto a lesionar porque encima en esta ocasión la lesión no fue traumática”, cuenta De la Rosa.
“Nuestro deporte ha sido el de “no hay dolor”, el de “somos unos machotes””
Lo que hace que la historia de Alejandro sea especialmente resonante es su capacidad para enfrentar estos desafíos, no solo físicamente, sino también mentalmente. “Psicológicamente, no sé si es algo bueno o es algo malo pero aún no me ha pegado el bajón y siempre he tenido la motivación de volver«, reflexiona. Esta perspectiva revela una visión más profunda del deporte de élite, donde la competencia feroz a menudo relega el bienestar mental y físico a un segundo plano. “Ahora las cosas han cambiado mucho pero desde pequeños nuestro deporte ha sido el de “no hay dolor”, el de “somos unos machotes””.
Cuando más adelante De la Rosa vuelve al campo, desafortunadamente, y debido a otro placaje, se le parte el lateral interno de la pierna no operada. Sus dos rodillas dicen “ciao”, como él mismo dice. “Las últimas dos temporadas han sido una lucha de pensar “qué está pasando, no me lo puedo creer…”. Pero por otro lado siento que este es mi camino y tengo que sacarlo adelante”.
Actualmente, Alejandro se recupera de una última operación y está tratando dos úlceras en el cartílago de ambas rodillas. Para él, su primer objetivo es jugar: “Es duro que en un año olímpico no pueda estar en mi peak pero confío en mí mismo y mis entrenadores también lo hacen”.
De momento, llegar a la final de las series mundiales en Madrid en mayo en buen estado de forma es su próximo objetivo. “No he puesto fecha a mi vuelta, evidentemente tengo muchas ganas por lo que cuanto antes sea mejor, pero también me enfrento a la posibilidad de no llegar”.
Además de su carrera deportiva, Alejandro también ha expresado interés en dedicarse a la salud mental, especialmente trabajando con jóvenes deportistas. Reconoce que tienen acceso a apoyo emocional pero el apoyo psicológico en el deporte de élite por parte de antiguos atletas es escaso y él sueña con cambiar eso. «He visto tantos jugadores que por culpa de las lesiones o problemas familiares no dan el 100% y se acaban diluyendo», subrayando la importancia de un soporte emocional más robusto. “Nosotros necesitamos un compañero o un entrenador que haya pasado por una situación similar, alguien con experiencia deportiva que nos ayude emocionalmente. Una figura que haya pasado lo mismo que nosotros o que sepa lo que es no entrar en una convocatoria o pasar una lesión”.
LAS PERSONAS Y LOS RESULTADOS
Como dice De la Rosa, “El problema de la competición es que aquí no se valora a la persona. Se valoran los resultados . El deporte es maravilloso pero a nivel competitivo lo importante son los resultados. Si no estás tú va a entrar otro, si no puedes dar el 100% lo va a dar otro. En esa línea tienes que estar para poder cumplir tu sueño.”
Su historia sin embargo no se ve reducida al deporte, De la Rosa siente interés por la vida laboral y en este parón también aprovechó para terminar la carrera en Marketing y Publicidad. “Me llama mucho la atención el mundo laboral y saber qué va a pasar después. No quiero ser un corcho flotando en el agua. Me gustaría seguir siempre involucrado con el deporte pero también me llama la atención el mundo de la empresa. Creo que ambas cosas se pueden compatibilizar”, añade.
En una reflexión final, Alejandro comparte su filosofía de vida y deporte: «Lo mejor de ser atleta de élite es que te demuestras a ti mismo todo lo que eres capaz de hacer. No importa cuántas veces tenga que estar en la camilla de un fisio muriendome de dolor, con agujas en las rodillas o entrenando solo cuando no me apetece. Que vengan otros 12 meses de infierno si eso significa que voy a poder volver a entrar en un estadio con 80.000 personas y dar todo de mí en el campo”. Su viaje es un testimonio de la lucha constante entre la aspiración personal y los rigores del deporte de élite.
Alejandro continúa entrenando duro, con la esperanza de superar sus lesiones y volver a competir al más alto nivel. Su historia no es solo sobre rugby; es sobre enfrentar cada desafío con coraje y convertir cada obstáculo en una oportunidad para aprender y crecer, tanto en el campo como en la vida.
Créditos de imagen: World Rugby