Incluso a sus 75 años, Yal Bashtbavi sigue lanzándose desde tres metros de altura con movimientos acrobáticos, entrando al agua con tal precisión que ni una sola gota salpica.
Actualmente vive en el pintoresco pueblo de Dedemsvaart, en los Países Bajos, donde he tenido el privilegio de convertirme en su acompañante y confidente. Bashtbavi, leyenda del salto de trampolín con raíces iraníes y holandesas, ha brillado en piscinas de élite durante más de seis décadas, cosechando medallas para Irán y los Países Bajos. Aunque dejó Irán poco después del ascenso del régimen clerical, su hogar aún conserva las costumbres y tradiciones del sur iraní.
Fue coronado campeón nacional de salto en Irán en 1965 y representó al país en los Juegos Asiáticos de Bangkok (1970) y Teherán (1974). Finalmente, en 1987, se estableció en los Países Bajos, donde sigue inspirando con su pasión inquebrantable por este deporte.
La publicación de esta entrevista cobra un significado especial, ya que Bashtbavi se prepara para competir en el Campeonato Mundial Masters de Natación, que se celebrará del 26 de julio al 22 de agosto en la vibrante ciudad de Singapur. Representará a los Países Bajos en las pruebas de salto, entrenando con una determinación inquebrantable y con el objetivo claro de conquistar el oro en todas las pruebas de su categoría.

Yal Bashtbavi, miembro del equipo de clavados máster de los Países Bajos
Yal Bashtbavi, un genio en el deporte de los clavados
Bashtbavi ha vivido el salto competitivo desde dos mundos opuestos: el de una sociedad libre y el de un régimen represivo. Según él, los clavadistas iraníes antes de la revolución de 1978, que marcó el inicio del régimen de los ayatolás, practicaban este deporte en sintonía con el mundo moderno y civilizado.
Observa que los atletas holandeses entrenan con tranquilidad, sin presiones sociales ni políticas. En cambio, sostiene que los deportistas iraníes actuales enfrentan enormes restricciones ideológicas, especialmente en disciplinas como la natación y el salto. Ante esta realidad, Bashtbavi considera que resulta imposible establecer una comparación entre el panorama del salto en Irán y el de los Países Bajos. Las diferencias son, sencillamente, abismales.
Durante nuestra conversación, abordó también la psicología del salto. Explicó con franqueza que un clavadista debe concentrar toda su habilidad en pleno vuelo, ejecutando movimientos precisos antes de tocar el agua. Ese instante final, dijo, exige un tipo de valentía muy particular, ya que un mínimo error puede provocar una entrada dolorosa con el abdomen o la espalda, con riesgo real de lesión.
Bashtbavi considera que las deportistas iraníes han sido víctimas de una injusticia sistémica —una realidad, señala, que ha sido recibida con un silencio cómplice por parte de las autoridades de la natación y los clavados a nivel mundial, así como del propio Comité Olímpico Internacional.
Habla con franqueza sobre la segregación de género profundamente arraigada en el deporte iraní y expresa una profunda tristeza ante las severas restricciones impuestas a las nadadoras y clavadistas. Bashtbavi subraya que los atletas en sociedades libres no pueden permanecer indiferentes ante las condiciones que enfrentan sus colegas iraníes, especialmente las mujeres, a quienes se sigue negando derechos fundamentales en nombre de una ideología.