La reina, esta vez, no podrá ocupar su trono. Yulimar Rojas, una de las más grandes deportistas en la historia de Latinoamérica y orgullo del deporte venezolano, no estará en París 2024. La dueña del récord mundial de salto triple se lesionó la semana pasada el tendón de Aquiles de su pierna izquierda, fue operada y se perderá la oportunidad de revalidar el oro obtenido en Tokio 2020. Porque el de Yulimar era uno de los oros indiscutibles, sólo había que ver con cuántos centímetros de distancia lo ganaba. De origen humilde, símbolo de visibilidad para la comunidad LGTBI y con un palmarés tan increíble como envidiable, esta es la historia de la Mujer Maravilla que le torció la mano al destino.
«Con mucho dolor y tristeza les quiero contar que mientras entrenaba al caer en el descenso de un salto tuve un dolor intenso que se diagnosticó a una lesión en el tendón de Aquiles izquierdo», comunicó públicamente Yulimar el 12 de abril en sus redes sociales. La lesión le impedirá estar nuevamente en unos Juegos Olímpicos, pero no es algo que vaya a detener a la campeona venezolana, quien durante su vida traspasó pruebas igual de complicadas antes de convertirse en la leyenda que hoy es.
Un ranchito sin pintura
Nacida en Caracas el 21 de octubre de 1995, Yulimar es la tercera de seis hermanos. Su padre la dejó cuando era una niña para irse a vivir a Estados Unidos, por lo que tomó importancia la figura de la pareja de su madre, su padrastro Pedro Zapata quien la crio como su hija biológica. De él, ex boxeador profesional, es que heredó de cierta manera el gusto por el deporte. Su infancia, sin embargo, a pesar de haber nacido en la capital de Venezuela, la pasó en el estado Anzoátegui, en el barrio humilde de Portezuelos. «Yo vengo de la pobreza, de donde la vida es dura. De un ranchito sin pintura donde existe la humildad, allí donde anhelé y deseé tener una vida digna. Allí empezó todo», publicaría años más tarde en Instagram, en 2017, cuando ya cargaba un par de medallas mundiales y olímpicas en el cuello.
La casa donde vivía en Portezuelos se mojaba cada vez que llovía. «Me daba miedo», llegó a confesar la deportista en más de una entrevista. Su madre, Yulecsis Rodríguez era su ejemplo a seguir, una esforzada secretaria que día a día les llevaba comida a la mesa. Y a pesar de que se alimentaban más que nada con lo que podían, sin seguir una pauta de alimentación propia del alto rendimiento, Yulimar se desarrolló con cuerpo y estirpe de atleta hasta alcanzar los 1,92 metros de altura que hoy le ayudan a ser la mejor saltadora triple de la historia.
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Como muchas historias que de un momento a otro cambian su trama, Yulimar no siempre pensó en el atletismo. Su primer deporte fue el vóleibol, a los 13 años, pero nunca llegó a practicarlo profesionalmente. Empezó entrenando recreativamente en el Complejo Deportivo de Anzoátegui, donde poco a poco fue entrando a la pista llamada por la curiosidad. El entrenador venezolano Jesús Velásquez la descubrió y la invitó a participar del atletismo. Fue él quien le compró sus primeros zapatos para entrenar. A los 15 años ya era seleccionada nacional, pasando desde el salto alto al salto triple, en el cual se especializaría.
Bajo el alero del campeón Iván Pedroso
En 2015 una sugerencia de amistad en Facebook le abriría para siempre las puertas al alto rendimiento. A través de la red social conocería al cubano Iván Pedroso, con quien iría a entrenar en España y aprendería junto a los consejos del mejor triplista masculino de la historia. De ahí en adelante todo sería dorado para Yulimar.
Desde entonces, su carrera ha ido en ascenso. Pasó de la medalla de plata en Río 2016 al oro en Tokio 2020. Se consagró campeona mundial en Londres 2017, en el Mundial Indoor de Birmingham 2018, en el Mundial de Doha 2019 y en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. En sus vitrinas tiene tres títulos de la Diamond League, el último obtenido en septiembre de 2023, su última competición antes de lesionarse y quedar fuera de París.
Y aunque no podrá estar en los Juegos Olímpicos de 2024, su leyenda aún tiene capítulos por escribir. Lo podrá decir ella misma, quien trabajó arduamente para romper un récord mundial que descansaba hace 26 años y que quedó a su nombre en 2021, cuando saltó 15,67 metros en Tokio 2020. Con ese impactante rendimiento se colgó el oro para convertirse en la cuarta deportista de Venezuela que lo logra la máxima medalla en Juegos Olímpicos, tras el boxeador Francisco Rodríguez en 1968, el taekwondista Arlindo Gouveia en Barcelona 1992 y Rubén Limardo en la esgrima de 2012.
Una modelo para la comunidad LGTBI
Yulimar Rojas no es solo un modelo a seguir en el deporte. Su voz ha servido para visibilizar a la comunidad LGTBI y romper con ciertos prejuicios con respecto a ello. En sus redes sociales se muestra activamente en este sentido. En 2017 habló por primera vez de su sexualidad. «Ojalá que en mi país haya un momento para respetar el amor entre las personas del mismo sexo. Me gustaría que mi trabajo fuese respetado por esas personas que no valoran eso», dijo la atleta en una entrevista.
Y no solo eso, si no que 2021 dio otra entrevista, esta vez al medio Distintas Latitudes, en la que además se mostraba orgullosa del ejemplo que entrega. «Más que ganar medallas, esta es mi mayor recompensa: dejar un mensaje positivo en ellas y en el mundo», expresó la venezolana. «Quiero que sepan que todo se puede lograr cuando trabajamos por lo que queremos. A veces se pone cuesta arriba, pero los límites los ponemos nosotros. Todos somos los campeones de nuestras vidas. Tú puedes cambiar la historia desde donde estés y también contarla, y juntos celebrarla», cerró la reina del salto triple, la gran ausente de París 2024.