Se abrió el debate y la discusión con el anuncio del presidente de World Athletics, Sebastian Coe, de una posible sustitución de la polémica tabla de despegue por una zona más amplia desde donde comenzar el salto. Según la propuesta, que ya está ejecutándose de modo piloto, los atletas tendrán un área designada más grande en la pista para comenzar el salto. La distancia se medirá desde el punto exacto del despegue hasta donde aterrizan en la arena y -gracias a la nueva tecnología- detectar el lugar de la batida para medir la longitud del salto (actualmente, el punto de partida de un salto se toma como el borde de la tabla). World Athletics quiere evitar que haya tantos nulos, porcentualmente se habla hasta de un tercio de los saltos sin éxito en su ejecución.
La revolucionaria medida de Sebastian Coe dejaría atrás los Juegos Olímpicos de la Antigüedad, allá por el 708 antes de Cristo, y su posterior reencarnación en los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna hasta París 2024. Entiende de los costes políticos y de las críticas de atletas como Miltiadis Tentoglou, vigente campeón olímpico, mundial y continental, quien se mostró contrariado con la medida: “Necesitas correr como velocista y llegar a la tabla perfectamente; esta es la parte difícil del salto de longitud. El salto en sí es fácil. La parte compleja sigue siendo la carrera cuando vas en busca del salto final”.
La mirada de Coe sigue siendo peyorativa con los argumentos de los atletas y entrenadores, sigue en la línea discursiva de que el atletismo tiene que modernizarse, salir del letargo de competiciones largas y sin ningún atractivo para la televisión y menos para la gente que asiste a los recintos deportivos. Ha dicho espuriamente que el atletismo clásico es pasado y vienen nuevos tiempos con nuevas ideas, a pesar de que se resistan los más ortodoxos o los fieles seguidores del atletismo “puro”.
Todavía no leo un análisis más profundo y técnico de World Athletics, donde se analice al atleta que compite, desde su preparación física, como mental, con las variables que se encuentra en esta prueba: desde la carrera, la batida, el vuelo y la caída en el foso. Estas cuatro etapas que se dan en fracción de segundos implican un nivel de precisión, concentración y un estrés propio que marca la diferencia entre un atleta y otro. Ampliar esa zona de la tabla de batida y dejar, literalmente, libre para saltar, descuidando las habilidades técnicas en beneficio que se baje el porcentaje de nulos, es un argumento simplista. Bajo esta nueva iniciativa pueden aparecer atletas sin esas cualidades y talentos, pero que son constantes y disciplinados al extremo de reemplazar esas habilidades propias de quienes hacen que el espectáculo tenga sentido y vida.
CARL LEWIS Y LAS CANASTAS MÁS GRANDES
Hace algunos días tuve la ocasión de leer las declaraciones de Carl Lewis, posiblemente el mejor saltador de longitud de la historia, ganador en forma seguida del oro olímpico en Los Ángeles 1984, Seúl 1988, Barcelona 1992 y Atlanta 1996, quien hizo referencia a la modificación que desea implementar a partir del año 2026 World Athletics, sentenciando: “Simplemente eliminaría la habilidad más difícil del evento. ¿Por qué no agrandan la canasta para los tiros libres en baloncesto? Porque mucha gente falla”. Es tan válido este ejemplo del tetracampeón olímpico que sería una herejía aumentar el diámetro de la canasta que tiene 45,7 centímetros. Se imaginan a LeBron James y a Stephen Curry, con una canasta más grande, sería muy aburrido verlos en acción: la magia de los deportes de alta exigencia está en las dificultades que encuentran para ejecutarla. A mayor dificultad, tienes garantizado un espectáculo infartarte, donde lo que sobra es la emoción y las situaciones límites.
Como Sportsin es una tribuna abierta para exponer todos los puntos de vista, es menester señalar que hay atletas y entrenadores de menor cualificación, por lo mismo defiende esta innovación que está experimentando World Athletics, destacando los beneficios que les provoca a la segunda línea de atletas de salto de longitud, destacando que pueden competir con los mejores y evitar “algunos” nulos y mejorar sus marcas al sacudirse de la presión de tener al frente a los mejores.
Vuelvo con el mejor atleta de salto de longitud en la actualidad, el griego Miltiadis Tentoglou, quien tiene un objetivo superior en París 2024, busca revalidar el oro obtenido en Tokio 2020+1, amén de ello, sus energías y preparación están en modo Juegos Olímpicos. Pero también, es la bandera de lucha de esta generación y las que vienen de asumir que el deporte de alto rendimiento necesita proteger y resguardar sus orígenes, sus raíces, entender y comprender que las transformaciones se hacen paso a paso, no con la virulencia y arremetida que están imponiendo un grupo de dirigentes sin consulta previa a los protagonistas de esta actividad, reconocidos en el mundo entero como el corazón del atletismo ¡los atletas!
Me llama la atención que Sebastian Coe, siendo exatleta y doble campeón olímpico de 1.500 metros, se desmarque de la esencia del atletismo y asuma que es el responsable y el ‘nuevo Mesías’ de un atletismo entregado a la televisión y a recaudar imperiosamente dinero para salir de ese letargo ancestral, porque bajo su tesis, si el atletismo no se moderniza, no se adapta a los nuevos tiempos y a los nuevos formatos digitales, varias de sus pruebas tenderán a morir con el paso del tiempo.
Al cierre de esta editorial de Sportsin, sigo creyendo en los valores del deporte que están por sobre cualquier acción que violente y deshumanice la actividad, que contravenga lo consagrado en la propia Carta Olímpica de donde deben guiarse y regirse las propias Federaciones Deportivas Internacionales, independiente a la autonomía que tienen con sus asociados. Sólo el tiempo nos indicará si estas innovaciones o modificaciones que vemos con mayor frecuencia se introduce al deporte para privilegiar el espectáculo en desmedro de una competencia de alto rendimiento o, sencillamente, con el paso del tiempo nos vamos a quedar sometidos ‘todos’ a la industria del entretenimiento y apostar por deportes adaptados a la televisión paga, alejándonos sin misericordia de lo que nos ha entregado el atletismo en los últimos 128 años de historia.