El mundo dividido del boxeo: luchas de liderazgo y la pelea por la supervivencia olímpica
Farzad Youshanlou
septiembre 14, 2024

A medida que el mundo del boxeo continúa fracturado, la reciente incorporación de las federaciones nacionales de Japón y Argelia a World Boxing eleva el total de países miembros de la organización a 44. Sin embargo, a pesar de este crecimiento, la comunidad global del boxeo está lejos de estar unificada. En cambio, se encuentra atrapada en una profunda y compleja división, con pocos avances hacia la resolución de la brecha que ha afectado al deporte durante años.

En el centro de esta fractura se encuentra una lucha de poder entre figuras clave, cuyas ambiciones de liderazgo han superado la salud y el futuro del boxeo. Un vistazo al pasado revela que el destino del deporte ha estado inextricablemente ligado a la terquedad de unos pocos, decididos a preservar su autoridad. En momentos críticos, cuando las disputas podrían haberse resuelto mediante la negociación, estos líderes optaron por la confrontación, con el objetivo de eliminar a sus rivales a cualquier precio. Esta inflexibilidad ha llevado a la pérdida de oportunidades para resolver conflictos, dejando al boxeo en un estado de caos.

A pesar de estos desafíos, algunas personas han logrado mantener al boxeo en el escenario mundial. Sin sus esfuerzos, el boxeo no formaría parte de los Juegos Olímpicos de París 2024, ni los atletas tendrían el apoyo necesario. Muchas federaciones nacionales, aunque dudosas de comprometerse completamente con World Boxing, están trabajando para garantizar que sus atletas puedan competir en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. Su objetivo es guiar al deporte a través de esta turbulencia con la menor interrupción posible.

Tatsuya Nakama, presidente de la Federación de Boxeo de Japón, arrojó luz sobre este incierto panorama en una reciente conversación con Sportsin. “Nos hemos unido a World Boxing, pero no nos hemos retirado de la IBA o la ASBC”, dijo Nakama. “Nuestra principal prioridad es asegurar que el boxeo siga siendo un deporte olímpico”. Sus comentarios reflejan la postura cautelosa de muchas federaciones nacionales, como Japón, que se han alineado con World Boxing pero se muestran reacias a cortar completamente los lazos con la Asociación Internacional de Boxeo o la Confederación Asiática de Boxeo.

Las declaraciones de Nakama subrayan una realidad más amplia: el futuro del boxeo es cualquier cosa menos seguro. La creación de una federación global unificada que fomente la solidaridad dentro del deporte aún no se ha materializado. La esperanza de un solo organismo rector cohesionado sigue siendo lejana, ya que el boxeo sigue atrapado entre intereses en competencia. Esta incertidumbre se profundizó cuando el Tribunal Federal Suizo se negó a considerar la apelación de la IBA contra una decisión del Tribunal de Arbitraje Deportivo (CAS).

Puede que sea necesaria una tercera figura neutral que tome medidas inmediatas para unificar el boxeo internacional. Más importante aún, la comunidad internacional del boxeo debe ser consultada, asegurando que se tenga en cuenta la voluntad del Comité Olímpico Internacional . El COI ha sido claro en su exigencia de trabajar con una federación nueva y creíble, una condición que sigue siendo innegociable.

Mientras tanto, las maniobras políticas se han vuelto comunes en los círculos de liderazgo del boxeo. Los dirigentes, en su afán por superarse entre sí, suelen explotar errores o fallos, desatando controversias mediáticas que nublan aún más la situación. Estas tácticas desvían la atención de los problemas reales, permitiendo que quienes están en el poder manipulen la narrativa mientras el deporte y sus atletas sufren las consecuencias.

La decisión de Argelia de unirse a World Boxing, a pesar de sus imperfecciones, es un claro ejemplo de este patrón. El escándalo mediático en torno a un boxeador argelino podría haberse resuelto mucho antes de los Juegos Olímpicos, con opiniones de expertos y pruebas que aportaran claridad. Sin embargo, el problema quedó sin resolver, y el daño recayó directamente en los atletas y en el deporte.

Al final, son los boxeadores quienes soportan el peso de estas disputas políticas. Mientras la lucha por el control del deporte continúa, los atletas permanecen atrapados en medio, con su futuro en la cuerda floja. Si el boxeo quiere recuperar la estabilidad y asegurar su lugar en los Juegos Olímpicos, sus líderes deben priorizar el bienestar del deporte por encima de sus ambiciones personales. Hasta entonces, el boxeo seguirá fracturado y su futuro será incierto.

Con Los Ángeles 2028 en el horizonte, aún hay tiempo para que las federaciones nacionales se unan, pero el reloj está corriendo. La pregunta sigue siendo: elegirá finalmente la comunidad del boxeo la cooperación en lugar del conflicto, o continuará el deporte sufriendo las mismas luchas políticas que lo han plagado durante años?

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