Las reglas restrictivas de la WKF despiertan alarmas por su posible conflicto con la legislación europea
Farzad Youshanlou
mayo 31, 2025

La Federación Mundial de Karate, presidida desde hace décadas por Antonio Espinós, enfrenta una creciente oleada de críticas por políticas que refuerzan un control monopólico sobre el karate, tanto a nivel nacional como internacional. En el centro de la polémica están los Estatutos adoptados en su Congreso de 2022, aplicados por medio de su rama continental, la Federación Europea de Karate. Estos estatutos excluyen a atletas, entrenadores y oficiales que participen en competiciones no reconocidas por la WKF, bajo amenaza de sanciones que incluyen la suspensión o descalificación de torneos oficiales.

Según estas normas, los miembros afiliados a la WKF tienen prohibido participar o colaborar con eventos que no cumplan estrictamente los estándares deportivos y antidopaje definidos por la federación, incluso si dichos eventos se ajustan a normas internacionales. En la práctica, esta regulación bloquea el acceso de los deportistas a competiciones independientes, reduciendo su libertad y limitando sus oportunidades.

La WKF justifica estas medidas en nombre de la uniformidad y la adhesión al Código Mundial Antidopaje, pero las voces críticas advierten que se trata de una estrategia para frenar la competencia y silenciar a atletas que operan fuera de su órbita. El problema se agrava debido al reconocimiento exclusivo que otorga el Comité Olímpico Internacional a la WKF como único organismo rector del karate. Esta exclusividad impide que deportistas no alineados con la federación puedan acceder a eventos como los Juegos Olímpicos o los campeonatos continentales, lo que plantea dudas no solo sobre la equidad, sino también sobre la discriminación estructural.

Este estatus exclusivo, respaldado por la Carta Olímpica y sus principios de no discriminación, apertura e igualdad de oportunidades, pretende promover la unidad y el juego limpio en el deporte. Sin embargo, las prácticas de la WKF parecen contradecir esos ideales, al penalizar a quienes buscan competir fuera del sistema establecido. De esta forma, se socava el espíritu olímpico, que defiende la participación plural y el desarrollo armónico del deporte.

WKF Paris Open en el Estadio Pierre De Coubertin en París

El marco jurídico de la Unión Europea

La preocupación es aún mayor en el contexto europeo, donde el derecho de la Unión protege explícitamente la libre competencia y los derechos fundamentales. Los artículos 101 y 102 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) prohíben los acuerdos que restrinjan la competencia y sancionan el abuso de posición dominante. Además, la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE garantiza la libertad de asociación, el derecho al trabajo y la protección frente a la discriminación, principios que parecen vulnerados por las normas de exclusión impuestas por la WKF.

La jurisprudencia europea ya ha sentado precedentes en este ámbito. En el caso Höfner y Elser contra Macrotron GmbH (asunto C-41/90), el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) estableció en 1991 que cualquier entidad que ejerza una actividad económica puede ser considerada una «empresa», incluso si tiene naturaleza pública. Esta doctrina se aplica también a federaciones deportivas que actúan como reguladoras y al mismo tiempo como operadoras comerciales, como es el caso de la WKF.

Este principio fue reafirmado en una decisión emblemática de la Comisión Europea en 2017 contra la Unión Internacional de Patinaje (ISU). El caso fue impulsado por los patinadores neerlandeses Mark Tuitert, campeón olímpico de velocidad, y Niels Kerstholt, triple olímpico en pista corta, quienes denunciaron normas que amenazaban con sanciones de por vida a los atletas que participaran en competiciones independientes. La Comisión concluyó que esas reglas infringían la legislación de competencia de la UE al limitar el acceso al mercado y coartar la libertad de los deportistas. La decisión fue confirmada posteriormente por el Tribunal General y, en 2023, por el propio TJUE.

Expertos advierten que la WKF podría enfrentarse a un proceso similar si se presenta una denuncia formal. Su doble rol como regulador y actor comercial, sumado a estatutos que excluyen a competidores alternativos, plantea un conflicto de intereses y una posible infracción del artículo 102 del TFUE por abuso de posición dominante.

El campeón olímpico neerlandés de patinaje de velocidad, Mark Tuitert

En juego, el espíritu del deporte

No se trata simplemente de un asunto técnico o administrativo. Lo que está en juego es el espíritu mismo del deporte: su accesibilidad, su equidad y su apertura. Ningún deportista debería verse obligado a elegir entre ejercer su libertad profesional y participar en grandes eventos. Un sistema deportivo realmente inclusivo debería ser capaz de acoger distintos formatos y organizadores, siempre que se mantengan estándares justos y transparentes.

Con la creciente atención de los reguladores europeos sobre la gobernanza en el deporte, el modelo de la WKF podría estar próximo a enfrentar un escrutinio legal y ético profundo. La gran incógnita es si los cambios vendrán desde dentro de la federación o serán resultado de la presión institucional. Lo que parece evidente es que el modelo actual ha comenzado a mostrar signos de agotamiento.

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