Los esfuerzos por fomentar la conciencia ambiental y cultivar una cultura de sostenibilidad entre los atletas y las organizaciones deportivas siguen creciendo. A pesar de su importancia crítica, la protección ambiental y la acción climática aún son una prioridad emergente para muchos dentro de la comunidad deportiva. Intensificando el desafío está el hecho de que numerosos países que albergan o aspiran a albergar grandes eventos deportivos internacionales se encuentran entre los mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo.
Para comprender la gravedad de este problema, es esencial entender el efecto invernadero. Este fenómeno se refiere a la retención de calor en la atmósfera por parte de los GEI y las nubes, que absorben y reemiten radiación infrarroja. El resultado es un calentamiento de la superficie de la Tierra y la troposfera, exacerbado por aumentos inducidos por el ser humano en las concentraciones de GEI. Conocido como el efecto invernadero intensificado, este proceso incrementa el forzamiento radiativo, desencadenando aumentos de temperatura globales y eventos climáticos extremos que alteran tanto los ecosistemas naturales como las economías.
COMPROMISO DEL COI CON LA SOSTENIBILIDAD
Bajo el liderazgo de Thomas Bach, el Comité Olímpico Internacional ha comenzado a abordar el problema de las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector deportivo. Colaborando con instituciones académicas y de investigación, el COI está implementando medidas destinadas a reducir las emisiones y promover un futuro sostenible. Esto incluye el desarrollo de marcos para medir y reducir las huellas de carbono de grandes eventos, integrando la sostenibilidad como parte esencial de la organización y el hospedaje de eventos deportivos globales.
El Dr. Daniel Scott, un distinguido profesor e investigador principal en la Universidad de Waterloo, Canadá, ha estado a la vanguardia de la investigación sobre el clima y la sostenibilidad ambiental en el turismo y el deporte. Reconocido como uno de los investigadores más destacados del mundo, Daniel Scott subraya la considerable huella ambiental de la industria deportiva. Explica: “La industria deportiva global contribuye con entre 20 millones y 350 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (tCO2e) anualmente, según estimaciones preliminares e incompletas”.
Desde 2021, el Dr. Scott ha sido reconocido como uno de los investigadores más citados del mundo, y en 2023 fue nombrado miembro de la Real Sociedad de Canadá. Basándose en su experiencia, compartió conmigo el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2024 del PNUMA, que subraya la urgente necesidad de que los países fortalezcan sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), que son sus planes para reducir emisiones. El informe advierte que, sin una acción inmediata, la meta de 1.5 °C del Acuerdo de París estará fuera de alcance en cuestión de años, con consecuencias catastróficas. De hecho, las temperaturas globales ya superaron este umbral crítico de cambio climático peligroso en 2024. Los científicos esperan que cruzar esta línea roja para las temperaturas globales sea solo temporal.
Para mantenerse en camino, las emisiones globales deben disminuir un 42% para 2030 y un 57% para 2035. El informe enfatiza el papel de la energía solar y eólica, la reforestación y el aumento de inversiones en mitigación para lograr este objetivo. Sin embargo, también hace un llamado a la cooperación internacional, reformas en los sistemas financieros y un compromiso activo del sector privado, con las naciones del G20 asumiendo una parte significativa de la responsabilidad.
EMISIONES DEL DEPORTE
El Dr. Scott señala que las emisiones de GEI de grandes eventos deportivos como los Juegos Olímpicos están significativamente influenciadas por las fuentes de energía utilizadas para calentar y enfriar los estadios, así como para el alojamiento. Los juegos en ciudades anfitrionas donde la red eléctrica tiene una baja intensidad de carbono y no está alimentada por carbón tienen una huella de carbono mucho menor. El transporte también juega un papel crucial, ya que el movimiento de miles de atletas, oficiales y espectadores constituye la mayor parte de las emisiones en la industria deportiva. Esta dependencia de operaciones intensivas en energía es una de las razones por las cuales la investigación en curso estima que la contribución general de la industria deportiva a las emisiones de dióxido de carbono podría oscilar entre 20 y 350 millones de toneladas anuales. Esto subraya la importancia de adoptar tecnologías de transporte de bajas emisiones para reducir los impactos ambientales.
El COI ha iniciado varias medidas para reducir las emisiones. Por ejemplo, los Juegos de Verano de París 2024 se propusieron un ambicioso objetivo de reducir su huella de carbono a la mitad en comparación con los Juegos de Londres 2012 y Río 2016, apuntando a un total de 3.5 millones de toneladas de CO2 equivalente.
UN LLAMADO A LA ACCIÓN
La investigación del Dr. Scott enfatiza la urgencia de que la industria deportiva asuma una mayor responsabilidad en la lucha contra el cambio climático, pero también de evaluar mejor los impactos de los futuros cambios climáticos en el deporte. La investigación del PNUMA revela que cinco sectores —producción de energía, industria, transporte, edificios y petroquímicos— representan el 68% de las emisiones globales de GEI. Abordar estas áreas, particularmente en el contexto del deporte, es crucial para lograr un futuro sostenible.
La industria deportiva tiene la influencia y el alcance para dar ejemplo en la acción climática global, transformando los Juegos Olímpicos en un verdadero faro de sostenibilidad. El sueño de unas Olimpiadas Verdes ya no es una aspiración distante, sino una realidad factible, siempre que la comunidad deportiva, las naciones anfitrionas y organizaciones internacionales como el COI trabajen colectivamente para priorizar e implementar prácticas ambientalmente sostenibles.
El reloj sigue corriendo, y no se puede desperdiciar la oportunidad de dejar un impacto duradero.