«Sé cómo hay que hacer el trabajo». La convicción de Juan Antonio Samaranch para acelerar cambios en el COI
Víctor García
febrero 4, 2025

Al margen del contenido de sus palabras, si hay algo que destacó en la presentación de Juan Antonio Samaranch (Barcelona, España; 1959) la semana pasada en la sesión número 143 del COI fue su convicción, determinación y responsabilidad en ellas atendiendo, antes que nada, a la desgraciada actualidad acordándose del terrible accidente aéreo que acababa de suceder en Estados Unidos. De algún modo, como miembro del COI, representó a toda la familia olímpica para expresar ese sentimiento de tristeza y fue un claro ejemplo de qué tipo de liderazgo y carisma tendría si en marzo sale elegido como nuevo presidente del Comité Olímpico Internacional.

Además de ese recuerdo, antes de atender las preguntas de la prensa, Samaranch quiso contextualizar que lleva más de dos décadas surfeando desafíos económicos globales, con su empresa presente en tres continentes, y que como ONG, el COI tiene la misión de recaudar fondos para poder distribuirlo a CONs y Federaciones Internacionales para que ese dinero llegue correctamente a la base del deporte, no sólo a la cúspide de la pirámide. De hecho, la primera pregunta a la que contestó era sobre esa «universalidad» existente en la actualidad y que él mismo defiende sin espacio a la duda para que se enfoque el COI de otra manera.

EMPODERAMIENTO DE LOS MIEMBROS DEL COI

Relacionado con dicha «universalidad«, un punto que quiso dejar patente es la horizontalidad con la que él ve el futuro del COI. No puede existir una mirada más global que la de escuchar a todos los miembros del COI por igual para tomar decisiones. Y, si sale elegido presidente, todos ellos verán cómo los procesos para evolucionar el COI serán acelerados. «Tenemos una buena base, pero las recetas de ayer ya no valen ante los nuevos desafíos» e insta a tomar «mayor velocidad» en los progresos con el fin de continuar liderando el deporte a nivel mundial. «Es nuestra obligación», apuntó.

Hablando de «recetas del pasado», cuando fue preguntado sobre si su apellido le puede ayudar o pesar, solventó genialmente la respuesta alabando en lo personal a su padre como «referente personal» que ha tenido desde niño, pero -nuevamente- contextualizando que el mundo que dejó hace 25 años nada tiene que ver con el de ahora y que más allá de inspirar cambios, nada en concreto de lo que realizó podría llevarse a la situación actual. Pese a que su padre es recordado como uno de los mejores presidentes en la historia del COI, prefiere separar caminos en lo profesional, acordándose más de él como una inspiradora figura paterna. Su sensibilidad familiar conjuga a la perfección con la realidad, su propósito y lectura de un momento importante en la historia del Comité Olímpico Internacional. No hay espacio para mezclar nada.

Contundente y firme, también expresó su opinión de que lo que hace «tan especial a unos Juegos Olímpicos» cada cuatro años es que acapara la atención incluso de gente que normalmente no sigue los deportes. Por ello, contrario por ejemplo a la visión de otro candidato, Morinari Watanabe, considera fundamental conservar esa esencia única e inigualable que tienen los JJOO con respecto a campeonatos mundiales de las diferentes federaciones internacionales -ya sea de deportes olímpicos o no-.

EXPERIENCIA Y ÉXITO EN SU NEGOCIO GLOBAL

«Llevo más de 25 años dentro del Comité Olímpico Internacional, he estado en la organización de eventos desde entonces, incluso en tiempos como el de la pandemia; conozco bien toda la administración del COI. Conozco este trabajo y sé bien cómo resolver problemas y los desafíos del futuro. La experiencia es una de mis cualidades en este cargo tan complejo. Y también tengo mi día a día en mi negocio global [financiero, de banca], así que también tengo la visión crítica de cómo funciona el mundo real», fue su último alegato que en sí mismo resume de manera explícita lo preparado que está para ser presidente del COI si es elegido.

Para quien le estuviera viendo por primera vez a Juan Antonio Samaranch, la apariencia de este candidato es la de una persona con una clara visión global, consciente de dónde se alimenta el COI para su correcto funcionamiento y con soltura para interpretar situaciones puntuales -como la del accidente- que dejan en buen lugar al COI. Todo ello en un envoltorio de seguridad, confianza en el trabajo, solvencia por cómo ha desempeñado su papel en las últimas tres décadas tanto dentro como fuera del COI y una «pasión» y «conocimiento» sobre el cargo al que opta que le hace especial sobre buena parte de sus rivales.

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